domingo, mayo 30, 2004

Prosografía

Un rostro luce puntiagudos bigotes, espesas cejas, enmarcado por enmarañada y churrigueresca melena. Ojos inteligentes, fríos, analíticos; boca inexpresiva, nariz aguileña. Orejas perdidas en el laberinto de su cabellera. Cara y melena ubícanse sobre el plato del cuello de gorguera; jubón negro como la noche, negro como el misticismo, como las catedrales, como la severa inquisición, haciendo juego con bigote, cejas y melena del mismo color; tal obscuridad contrasta con la piel blanca, que apenas asoma por gorguera y mangas. Su izquierda sostiene la presuntuosa paleta del pintor, de claros y oscuros colores. Diestra que blande el pincel, delicado instrumento creador de innumerables mundos y fantásticas visiones. Un detalle nuevo: de calatrava la insignia, la cruz, luce en su pecho. Me preguntas quién es; yo te contestaré: Este noble que no lo fue en vida, el el autor de "las meninas", cuadro en el que para describírtelo, me inspiré.

Rhein

Santa Ana, Sonora, verano de 1986.

viernes, mayo 28, 2004

Desde la Tierra se marcharon a Alphanor, planeta capital del grupo de Rígel, y allí Kirth Gersen obtuvo muchos más conocimientos convencionales. Cuando tenía diecinueve años, su abuelo murió dejándole heredero de una buena fortuna y una carta que decía:

Mi querido Kirth:
Rara vez te he expresado mi afecto y la alta estima que siento por ti. Ahora creo llegada la ocasión de hacerlo. Tú has llegado a significar mucho más para mí que mi propio hijo. No te diré que lamento haberte encaminado por la senda que hemos tomado, aunque ello te negará muchos placeres de la vida. ¿He sido presuntuoso en modelar así tu vida? Creo que no. Durante varios años has actuado impulsado por ti mismo y no has mostrado señales de desviarte en cualquier otra dirección. En todo caso, pienso que un hombre no puede dedicarse a mejor servicio que el que yo he trazado para ti. La Ley del Hombre está limitada por las fronteras de Oikumene. El mal y el bien, no obstante, son ideas que abarcan al universo entero; desgraciadamente, más allá de la Estaca hay pocas posibilidades de asegurar el triunfo del bien sobre el mal.
El triunfo consiste en dos procesos: primero, el mal tiene que ser extinguido, después el bien será introducido para rellenar el vacío. Es imposible que un solo hombre pueda cumplir eficazmente ambas misiones. El bien y el mal, a despecho de su falacia tradicional, no son polos opuestos, ni imágenes de un espejo, ni siquiera el uno es la ausencia del otro. Con objeto de minimizar la confusión, tu trabajo será el de destruir a todos los hombres malvados.
¿Qué es un malvado? Un hombre malvado es el que obedece sólo a sus fines privados, el que destruye la belleza, produce el dolor y aniquila la vida. Es preciso recordar que matar a los malvados no es el equivalente de extirpar el mal, lo que es una relación entre una situación y un individuo. Es una tarea a la que nunca hallarás fin.


Jack Vance "Los príncipes demonio: el rey estelar"

miércoles, mayo 26, 2004

"-Ahora tendrás que aprender. Aprenderás la difícil virtud de la paciencia y de todos los recursos de tu inteligencia. La capacidad de tus manos y de tu mente. Tienes un trabajo útil que hacer en el futuro: la destrucción de los hombres malvados. ¿Qué trabajo sería más útil? Esto es Más Allá, encontrarás que tu tarea nunca estará terminada; por tanto, no esperes conocer una vida pacífica. No obstante, te garantizaré una amplia satisfacción, porque te enseñaré a desear más la sangre de esos monstruos que las caricias de una mujer.
El anciano había cumplido bien su predicción. Regresaron a la Tierra, el definitivo refugio de toda la sabiduría y el conocimiento. El joven Kirth aprendió muchas cosas a través de una sucesión constante de extraños profesores, cuyo detalle resultaría tedioso. Mató a su primer hombre a la edad de catorce años, un salteador que tuvo la desgracia de atacarles en una avenida de Rotterdam. Mientras su abuelo vigilaba a la manera de un viejo zorro que enseña a cazar a un cachorro, el joven Kirth, excitado y diestro, le rompió primero el tobillo y después el cuello al atónito asaltante."

Jack Vance "Los principes demonio: el rey estelar"

lunes, mayo 24, 2004

Pero aquella dulce y nostálgica imagen, como siempre, fue seguida por otra aún más vívida: el mismo paisaje sembrado de cuerpos destrozados y ensangrentados. Hombres, mujeres y niños masacrados bajo las armas asesinas de dos grupos de hombres vestidos con extraños ropajes, procedentes de cinco navíos espaciales. Junto a un anciano, su abuelo, Kirth Gersen contemplaba horrorizado, desde la otra orilla del río, la espantosa escena, escondido de los piratas y tratantes de esclavos asesinos por el bulbo de una vieja gabarra. Cuando las naves hubieron despegado, volvieron para hallar el espantoso silencio de la muerte. Entonces, su abuelo le dijo:
-Tu padre había planeado las cosas más hermosas para ti, hijo mío, darte una hermosa educación y un trabajo útil para desarrollar una vida de satisfacción y de paz. ¿Recordarás esto?

Jack Vance "Los principes demonio: el rey estelar"

sábado, mayo 22, 2004

Durante casi toda su vida, Gersen apenas había conocido otra cosa que una sucesiva y casi ininterrumpida serie de lechos extraños; sin embargo, el sueño le llegó poco a poco mientras miraba fijamente la oscuridad circundante. Visiones lejanas de su pasado desfilaron ante sus ojos. Primero fue un paisaje maravillosamente tranquilo y agradable: azuladas montañas, una población cuyas casas estaban pintadas en colores pastel suaves, a lo largo de las orillas de un río murmurante y cristalino.

Jack Vance "Los principes demonio: el rey estelar"

jueves, mayo 20, 2004

-Antes nuestro país estaba habitado por indios, no eran como te los estás imaginando, eran civilizados, tenían una cultura, tal vez hasta sabían más que nosotros. Pero un día llegaron los españoles.
-¡Ah sí! Eso ya nos lo contaron en la escuela. Vinieron a conquistar.
-Bueno, entonces también te habrán contado que no todos los españoles eran soldados, había también misioneros, traían la creencia cristiana y venían a enseñar la nueva religión a los indios.
-Sí, es verdad.
-Ellos fueron los que fundaron esta misión y todas las demás en la Baja California.
-¿Y por qué se establecieron aquí?
-Porque en este lugar han de haber existido indios, no tan civilizados como los del centro de México, pero también a ellos querían enseñar. Además del arroyo, que todavía existe y está cerca, al cual bautizaron como "Arroyo de Santo Domingo de Guzmán".
-¿De veras? Pues donde no hay agua, tampoco hay gente. ¿Había entonces capilla?
-Sí, ésta debe ser, entremos...
-Es chiquita... ¿Y esa especie de ventana qué es?
-¿Miras que aun le queda algo blanquizco? Debió haber sido el nicho.
-¿Dónde ponen los santos?
-Exactamente. Piensa cuántas personas habrán entrado aquí, cuántas palabras, rezos, súplicas quedarían guardadas en sus paredes, las misas, las ceremonias.
-¿Y por qué todo ésto? ¿Por qué lo dejaron todo por venirse a enseñar?
-Porque creían que era su obligación para con Dios y sus semejantes. Era una forma de sacrificarse, de ofrecerse a Dios en cuerpo y espíritu. Es algo que no creo que alguien esté dispuesto a hacerlo hoy día. Pero ya vámonos, está oscureciendo y aun tenemos que regresar a la carretera.
Ambos, padre e hijo, se retiran. La luz es ya muy tenue. La misión vuelve a vestir su hábito de silencio. ¿Cuántas cosas verían sus gruesos y enigmáticos muros? ¿Escucharía el cielo sus plegarias?

Rhein

Santa Ana, Sonora, verano de 1986

jueves, mayo 13, 2004

Nuevas vueltas y, por fin, vislumbrándose plantíos, cercos, uno que otro árbol. Y entran a un "oasis" enmedio de los desérticos cerros, arbustos y plantas desarrolladas como en ningún otro lugar. Andrés se asombra al mirar una higuera grande y gruesa como un "yucateco". De esa manera se inicia el pueblo, exhuberante de vegetación: bugambilias de variados colores, limoneros, datileras, etc. Son pocas casas, tal vez veinte. Una escuela abandonada por falta de alumnos. Al lado de la terracería, el arroyo. Conforme se acercan, aparecen gruesos y altos árboles de extravagantes formas, incalculablemente añosos, elevando sus manos al cielo en ferviente plegaria. Y al fin, un cerco encierra las ruinas y escombros de lo que algún día fué la misión.
-Misión de Santo Domingo- lee Andrés -fundada en 1775 por los frailes agustinos. ¿No hay vigilancia?
-Parece que no. Por eso se encuentra en estas condiciones.
-Yo creía que iba a verla completa.
-Las misiones de Baja California casi no las conservan, en cambio al otro lado están completas o casi completas. Entremos.
Una que otra pared. Abundan los escombros, los cimientos. Paredes de adobe y piedra, erosionadas por los elementos y el tiempo, o destruidas por buscadores de tesoros. El sol está en su ocaso emanando rojos rayos que crean una atmósfera dorada, nubes rosas, un ambiente extraño; las ruinas producen largas y melancólicas sombras sobre el verde pasto, qué oculta, quién sabe, cuántos secretos. Impresionado, Andrés todo lo observa, todo lo escudriña.
-Qué solo es éste lugar -profiere.
-Hoy es así, pero hace doscientos años, ha de haber estado en constante actividad.
-Papá ¿y qué hacían aquí las personas? ¿Quiénes hicieron ésto?

domingo, mayo 02, 2004

Narración Objetiva

Santo Domingo: Un Enigma

El cielo azul. Un sol resplandeciente. Juguetonas nubes, como barquillos de vela. Sembradíos amarillentos o verdes. En la lejanía pequeños cerros semidesérticos. Todo ello deslizándose suavemente por las ventanillas de un automóvil, que se desplaza por una carretera recta y negra. En el interior del vehículo Andrés, un niño de diez años, va con su padre rumbo a un poblado llamado "Colonia Guerrero", para arreglar ciertos asuntos. Andrés está pendiente de todos los letreros y señales de la carretera transpeninsular. Letreros tales como: "Ej. Héroes de Chapultepec"; "Camalú"; "Termina Zona Urbana"; "Zona Urbana, Disminuya su velocidad"; "Ej. Emiliano Zapata"; "Misión Santo Domingo 8"... Lentamente el carro pierde velocidad hasta que se detiene.
-¿Por qué nos paramos? -pregunta Andrés, a lo cual su padre responde:
-Una vez, hace mucho tiempo, fuí a Santo Domingo.
-¿Y no volviste?
-No
-¿Cómo es allá? -algunos instantes de silencio.
-No llevamos prisa, podríamos ir; es un lugar interesante.
El vehículo dá marcha hacia atrás, hasta llegar a la entrada de la misión. Un giro a la izquierda, y entran a la terracería que conduce a Santo Domingo, un tramo de ocho kilómetros. Algunas casitas a lo lejos, otras cerca. Se miran sembradíos de tomate, ya no hay campesinos, ha pasado la hora de la jornada. El camino comienza a serpentear en altos, curvas y bajos. Un gran conjunto de naranjos, custodiados celosamente por trabajadores mixtecos, y se terminan las casas y los sembradíos. Avanzando en terreno semidesértico, en soledad. Temina el llano y empiezan los cerros, anunciados por "La Peña Colorada". Curvas, altos, bajos. Llegan al arroyo; debe cruzarse con precaución, pues, si se mojan los cables, se acaba el paseo. Sólo los carros altos lo pueden cruzar.

Continuará...