Prosografía
Un rostro luce puntiagudos bigotes, espesas cejas, enmarcado por enmarañada y churrigueresca melena. Ojos inteligentes, fríos, analíticos; boca inexpresiva, nariz aguileña. Orejas perdidas en el laberinto de su cabellera. Cara y melena ubícanse sobre el plato del cuello de gorguera; jubón negro como la noche, negro como el misticismo, como las catedrales, como la severa inquisición, haciendo juego con bigote, cejas y melena del mismo color; tal obscuridad contrasta con la piel blanca, que apenas asoma por gorguera y mangas. Su izquierda sostiene la presuntuosa paleta del pintor, de claros y oscuros colores. Diestra que blande el pincel, delicado instrumento creador de innumerables mundos y fantásticas visiones. Un detalle nuevo: de calatrava la insignia, la cruz, luce en su pecho. Me preguntas quién es; yo te contestaré: Este noble que no lo fue en vida, el el autor de "las meninas", cuadro en el que para describírtelo, me inspiré.
Rhein
Santa Ana, Sonora, verano de 1986.
Un rostro luce puntiagudos bigotes, espesas cejas, enmarcado por enmarañada y churrigueresca melena. Ojos inteligentes, fríos, analíticos; boca inexpresiva, nariz aguileña. Orejas perdidas en el laberinto de su cabellera. Cara y melena ubícanse sobre el plato del cuello de gorguera; jubón negro como la noche, negro como el misticismo, como las catedrales, como la severa inquisición, haciendo juego con bigote, cejas y melena del mismo color; tal obscuridad contrasta con la piel blanca, que apenas asoma por gorguera y mangas. Su izquierda sostiene la presuntuosa paleta del pintor, de claros y oscuros colores. Diestra que blande el pincel, delicado instrumento creador de innumerables mundos y fantásticas visiones. Un detalle nuevo: de calatrava la insignia, la cruz, luce en su pecho. Me preguntas quién es; yo te contestaré: Este noble que no lo fue en vida, el el autor de "las meninas", cuadro en el que para describírtelo, me inspiré.
Rhein
Santa Ana, Sonora, verano de 1986.