miércoles, septiembre 21, 2005

Happy birthday to me,
happy birthday to me,
happy birthday dear rheinrl,
happy birthday to me...

viernes, septiembre 02, 2005

Un pequeño grupo de nobles de Carrai se reunió a la luz declinante del atardecer. El barón Endel Thobalt habló con mal reprimida ansiedad:
-¿Llegarán naves del Oikumene?
-Me he comprometido a ello, y lo cumpliré -asintió Gersen.
Alusz Iphigenia exhaló un breve suspiro y paseó la mirada por el paisaje.
-Algún día... ignoro cuándo... yo también volveré a Thamber.
-Recuerde -dijo Gersen al barón- que si las naves del Oikumene desembarcan su antiguo modo de vida no perdurará. Habrá remordimientos, nostalgia y descontento. ¿Está seguro de que no prefiere Thamber tal como es hoy?
-Sólo puedo hablar por mí -replicó el barón Endel Thobalt-, y digo que es nuestro deber reincorporarnos a la humanidad, no importa a qué precio.
Sus acompañantes estuvieron de acuerdo con esta idea.
-Como quieran -dijo Gersen.
Alusz Iphigenia trepó a la fortaleza. Gersen la siguió, cerró la escotilla, fue a la consola y contempló la placa de bronce:

Compañía de Construcciones y Obras de Ingeniería Patch
Patris, Krokinole

-El bueno de Patch -dijo Gersen-. Tendré que enviarle un informe sobre el funcionamiento de su máquina... suponiendo que nos lleve de vuelta a la nave.
Alusz Iphigenia apoyó su cabeza en el hombro de Gersen. Éste acarició su pelo brillante, veteado de oro, y recordó la primera vez que la había visto en Intercambio, el poco interés que había despertado en sus sentidos. Rió sin hacer ruido. Alusz Iphigenia alzó la vista.
-¿De qué te ríes?
-Algún día lo sabrás. Pero no ahora.
Alusz Iphigenia no insistió, pero sonrió como ensimismada en sus pensamientos.
Gersen empujó la palanca de arranque. Treinta y seis patas se levantaron y bajaron; dieciocho segmentos avanzaron. La fortaleza emprendió camino hacia el norte, donde la luz del sol centelleaba en los blancos picos del Skar Sakau.

Jack Vance

Fin de "La Máquina de Matar"

jueves, septiembre 01, 2005


la maquina de matar Posted by Picasa
-Eso es un roehuesos. Es Kokor Hekkus. O Billy Windle. O Seuman Otwal. O Paderbush. O decenas de otros nombres. Y ahora ha llegado su hora. Kokor Hekkus... ¿recuerdas el ataque a Monte Agradable? He venido para darte tu merecido.
Kokor Hekkus se puso en pie lentamente, mirándole con la cara de la muerte.
-Una vez me dijiste que sólo temías a la muerte -dijo Gersen-. Ahora vas a morir.
Kokor Hekkus dio un respingo.
-Has vivido la más perversa de las vidas. Me gustaría matarte de forma que sufrieras el mayor de los terrores... pero me basta con que mueras.
Levantó el proyector. Kokor Hekkus lanzó un feroz chillido y se precipitó adelante con los brazos abiertos. Un chorro de fuego le detuvo para siempre.

Al día siguiente, el Senescal Uther Caymon fue ejecutado en público como asesor, títere, compañero y confidente de Kokor Hekkus. De pie en lo alto del cadalso increpó a la multitud:
-¡Estúpidos! ¡Estúpidos! ¿Sabéis durante cuánto tiempo habéis sido estafados, exprimidos y desangrados? ¿De vuestro oro, de vuestros guerreros, de vuestras mujeres más hermosas? ¡Doscientos años! ¡Ésa es mi edad, y Kokor Hekkus aún era más viejo! Envió contra los Guerreros Pardos a vuestros mejores, que murieron por nada; llevó a su cama vuestras doncellas más hermosas; algunas volvieron a sus hogares, otras no. ¡Lloraréis cuando sepáis lo mucho que gozaron! ¡Al fin murió, al fin muero yo, pero sois estúpidos, estúpidos...!
El verdugo tiró la palanca. La multitud contempló con ojos hundidos la figura que se balanceaba.

Alusz Iphigenia y Gersen paseaban por el jardín del palacio del barón Endel Thobalt. La princesa aún estaba pálida de horror.
-¿Cómo lo supiste? Lo sabías... pero ¿cómo?
-Lo primero que me hizo sospechar fueron las manos de Sion Trumble. Tomaba la precaución de andar de manera diferente a Paderbush, pero las manos eran las mismas: dedos largos, piel suave y lisa, pulgares estrechos rematados por largas uñas. Vi estas manos, pero no me di cuenta hasta que examiné de cerca a Paderbush. Sion Trumble evitaba mi encuentro. Sabía que no querías casarte con él, y me lo dijo. Pero sólo tres personas estaban al corriente: tú, yo y Paderbush, pues solamente lo confesaste en la fortaleza. Cuando escuché esta afirmación de labios de Sion Trumble miré sus manos y comprendí.
-Qué ser tan horrible. Me pregunto en qué planeta nació, quiénes fueron sus padres.
-Era un hombre bendecido y maldecido por su imaginación. Una sola vida no era suficiente para él; quería beber de todas las fuentes, saborear cada experiencia, vivir al límite. Creó una leyenda para cada una de sus personalidades. Cuando se cansó de Thamber volvió a los otros mundos habitados por el hombre... menos manejables, pero igualmente excitantes. Ahora está muerto.
-Y ahora más que nunca debo dejar Thamber.
-Nada me retiene aquí. Mañana nos iremos.
-¿Por qué mañana? Hagámoslo ahora. Creo... estoy segura... de que puedo guiarte hasta la nave. El camino que bordea Skar por el norte no es difícil; conozco el territorio.
-No es necesario quedarnos. Vámonos.

Jack Vance "Los príncipes demonio: La máquina de matar"