lunes, marzo 17, 2008

El recepcionista entró en el jardín y miró de un lado a otro. Gersen levantó la mano. El recepcionista, un hombrecito nervudo, de cabello rubio, rostro enjuto e inteligentes ojos pardos de espesas pestañas, se aproximó cojeando levemente.
-Siéntese -dijo Gersen-. ¿Puedo ofrecerle un "Ponche dominical", o prefiere algo menos llamativo?
-Gracias.
-Me interesó mucho su charla sobre los methlen. Son gente desconocida para mí.
-Son un grupo de señoritos acaudalados muy poco interesantes y vienen aquí principalmente para velar pos sus intereses. Lo único que sé es que son espléndidos, soberbios y exquisitamente sensibles. Si yo poseyera estas virtudes, también evitaría a los turistas, a los darsh y vulgaridades semejantes.
-¿Estraen ellos mismos los duodecimates?
-Desde luego que no. Enséñeles una pala y le dirán que es un instrumento. Compran, venden y negocian con opciones, arriendos, prospecciones y cualquier tipo de operación relacionada con la minería, y obtienen enormes ganancias.
-¿Sabe algo de la Compañía Kotzash? ¿No ue una operación methlen?
Deswell Tippin lanzó una rápida y penetrante mirada a Gersen, y resopló de indignación.
-Al contrario. La Kotzash fue un duro golpe para los methlen, una forma de ganarles la partida en su propio terreno. Me costó mis buenos seiscientos UCL.
-Entonces debe conocer a Ottile Panshaw.
-Sólo de vista -reconoció Tippin con una breve aspiración-. Aún conserva su oficina bajo la sombra de Skansel. Desapareció durante algunos meses, pero ahora ha vuelto a Serjeuz; ayer le vi. Tiene un aspecto deplorable, pálido y enfermizo.
-Muy comprensible después de tamaña catástrofe. ¿A cuánto asciende el valor de las acciones que usted posee?
-Tengo veinte acciones. Veinte por cero sigue siendo cero.
Gersen se retrepó en su asiento y contempló la superficie interior del parasol. Rebuscó en su bolsillo y extrajo veinte UCL.
-Tengo el vicio de especular. Le compraré sus acciones a un UCL cada una.
A Tippin se le aflojó la mandíbula. Examinó con el ceño fruncido los billetes y después miró de soslayo a Gersen con aire suspicaz.
-La especulación suele basarse en la esperanza.
-La mía se basa en el capricho.
-Usted no parece un hombre caprichoso.
-Imagine que Lens Larque indemniza a la Kotzash; yo obtendría un beneficio.
-Jamás he oído una idea tan absurda.
-Sin duda tiene razón.
Gersen se inclinó para recuperar el dinero, pero las huesudas manos de Tippin fueron más rápidas.
-No se precipite. ¿Por qué no satisfacer sus antojos?
-Eso me pregunto yo. ¿Dónde guarda sus acciones?
-Arriba, en mis aposentos. Se las traigo en seguida. -Se fue a toda prisa, y regresó con las acciones; el dinero cambió de manos-. Tengo acceso a otras acciones de la Kotzash. Ignoro el número, pero se las venderé al mismo precio.
Gersen sonrió con amargura.
-¡Proceda con la máxima discreción! No le diga a nadie que un extranjero está comprando las acciones de la Kotzash. Creerían que es un timo y subirían el precio. Yo no las compraría y nadie saldría ganando. ¿Comprende esta cadena de acontecimientos?

Jack Vance "El rostro"

miércoles, febrero 13, 2008


"Para asegurar una gestión eficiente y enérgica, el cargo de director
ejecutivo recaerá en la persona o entidad que posea el mayor número de acciones.
La subdirección recaerá en la persona o entidad que posea el segundo mayor
número de acciones. La subsubdirección recaerá en la persona que posea el tercer
mayor número de acciones. En todos los casos, la cualificación mínima será
poseer, al menos, el veinticinco por ciento de las acciones existentes. Los
otros accionistas votarán en proporción a la cantidad de acciones que posean
para elegir un consejo asesor, cuya labor será la de aconsejar e informar al
director para llevar a cabo operaciones eficientes y provechosas."
Circulan
4820 acciones; bastan 2411 para acceder a la mayoría. Según la Agencia
Interplanetaria, el mayor accionista es:



Ottile Panshaw
Dindar House
Serjeuz (Dar Sai)


Este hombre posee 1250 acciones. El Banco de Chanseth (con sede central en
Twanish, Methel, y una sucursal en Serjeuz) posee 1000 acciones. Un tal Nihel
Cahous, de La Sombra de Inkin (Dar Sai) posee 600 acciones. Adjunto una lista,
más o menos completa, de pequeños accionistas.
El precio de cada acción es de
un céntimo, es decir, las acciones no valen nada. Las acciones que he mencionado
suman un total de 2850. Usted posee 92. Las restantes 1878 se hallan repartidas
entre un centenar aproximado de individuos, en casi todas las sombras de Dar
Sai.
A pesar del casi nulo valor de las acciones, es interesante señalar que
Kotzash posee ahora cuantiosos bienes, incluyendo el control de un par de
filiales: Transportes Héctor (que acaba de recibir una generosa indemnización) y
Explotaciones Mineras Didroxus. Kotzash parecería despreciada de no ser por el
hecho de que el director ejecutivo (y único) es Ottile Panshaw.
La situación
presenta aspectos interesantes, pero yo no me atrevería a estudiarlos más a
fondo. Le deseo buena salud y longevidad, y le conmino a comportarse con
cautela, no sólo por la estima personal que le tengo, sino por interés egoísta,
puesto que me costaría muchísimo encontrar un trabajo tan bien
remunerado.
Respetuosamente suyo, J.A.

Gersen guardó la carta, se reclinó en la silla y se sumió en sus pensamientos. El camino a Lens Larque pasaba por Ottile Panshaw, y tal vez por la Compañía Kotzash. La situación en aquel momento era tranquila y serena, como un estanque en un día calmado. El gran pez reposaba oculto bajo reflejos cristalinos. Para obligarle a moverse, a atacar, a exponerse a la luz, habría que agitar las aguas.

viernes, diciembre 28, 2007

-Creo que podré complacerle, señor. Tengo en mente un dormitorio bien aireado con vistas a la plaza. Cuenta con un espléndido cuarto de baño, un saloncito alfombrado con pañete verde y excelentes muebles. Si desea inspeccionarlo suba por la escalera, gire a la derecha por el primer pasillo y entre en la habitación orlada de negro.
Gersen visitó los aposentos y los encontró a su gusto. Volvió a la recepción y pagó una semana por adelantado para formalizar el trato.
El empleado quedó favorablemente impresionado.
-Nos sentimos felices de contarle entre nuestros clientes, señor.
-Gracias. En el Sferinde no quisieron saber nada de mí.
-Eso no constituye ningún misterio; el Sferinde es un reducto methlen. No aceptan a otro tipo de clientes.
-Así que eran methlen. Parecían muy selectos.
-"Selectos" es la palabra adecuada. Si el santo Symas descendiera en todo su esplendor al Sferinde, con un séquito de profetas alados y ángeles tocando trompetas, también le enviarían al Traveler's Inn. No espere nada mejor de los methlen.
El empleado, hablador y prudente a la vez, podía ser una valiosa fuente de información, reflexionó Gersen.
-¿Por qué vienen a Dar Sai?
-Por asuntos de negocios o por turismo. No le extrañe verles agrupados frente al Traveler's Garden, estudiando a las clases inferiores. Pese a todo, no son ni depravados ni odiosos. Su riqueza les permite juzgar a la vida; todo se reduce a un juego dramático. En Serjeuz llevan una existencia decadente, y emplean a los pobres y desfavorecidos darsh como criados y sirvientes.
-Interesante. Pero creo que ahora probaré su restaurante.
-Muy bien, señor. Le deseo que coma a gusto.
Gersen salió al jardín y eligio una mesa con vistas a la plaza. Pulsó un botón, y la superficie de la mesa se convirtió en un tablero iluminado, que reproducía los platos y bebidas a disposición de los clientes. Un camarero se aproximó. Gersen señaló una de las ilustraciones.
-¿Qué es esto?
-"Ahagaree Turístico", especialmente modificado para adaptarse al paladar de otros planetas.
-¿Y esto?
-Pez nocturno al horno, recién pescado en las marismas.
-Tomaré ahagaree y una ensalada.
-Muy bien, señor.
El camarero trajo un carrito con bandejas cubiertas. Colocó el ahagaree en el centro de la mesa, y un plato a cada lado, la ensalada a la izquierda y un cóctel sencilo a la derecha. El camarero se retiró. Gersen probó con precaución el "Ahagaree Turístico", y lo encontró infinitamente más sabroso que el servido por la señora Tintle.
Gersen comió sin prisa, y después se puso a meditar ante una taza de té. Extrajo del bolsillo un informe preparado por Jehan Addels que le había sido entregado poco antes de abandonar Aloysius. Empezaba sin más preámbulos:

La Compañía Kotzash constituye una operación perpetrada por un ingenioso
estafador, muy experto en cuestiones financieras. Evidencia la cruel impudicia y
la completa falta de escrúpulos que cabría esperar de un monstruo marino. Los
dos caballeros que conocimos recientemente se reflejan en la carta de
constitución de la Kotzash como en un espejo.

Jack Vance "El rostro"

domingo, diciembre 23, 2007

Al instante, el calor azotó su rostro. Entornó los ojos para protegerlos de la claridad, y se dirigió hacia la pared de agua. Cuatro darsh surgieron a través de la cortina a bordo de ruinosos vehículos que rodaban sobre cuatro globos de aire. Conducían con extremo plambosh saltando y rebotando, las blancas túnicas flotando a sus espaldas. Llevaban la cara cubierta con thabatts, a excepción de un hemisferio de metal sobre los ojos que les daba aspecto de insectos blancos. No prestaron atención a Gersen y casi lo arrollaron; Gersen saltó a un lado y les insultó en voz alta, sin resultado. Los cuatro iban hacia el norte, en dirección al resplandor de un solitario parasol recortado contra el horizonte.
Gersen cruzó la cortina de agua y penetró en una jungla de vegetación que crecía en hacinadas artesas de unos quince metros de altura. El camino pasaba por debajo, bordeaba un par de almacenes abombados y teminaba en una confusión de pequeñas cúpulas de resistentes paredes de hormigón, altas, bajas, grandes y pequeñas; cúpulas amontonadas sobre otras cúpulas, cúpulas pegadas o brotando de otras cúpulas; cúpulas en grupos de tres, cuatro, cinco o seis. Eran las llamadas "campanas", las residencias de los darsh, construidas con un estilo arquitectónico tosco, vital y apropiado al medio ambiente, como los propios darsh. La vegetación rodeaba a las campanas por todas partes. Por las callejuelas paseaban niños pequeños. Gersen reparó en un grupo de muchachos que jugaban a pelearse y a empujarse; una variación infantil del hadaul.
Gersen eligió lo que parecía una avenida principal, y luego pasó del primer parasol al segundo, todavía más soberbio y lujoso, que encerraba un enorme volumen de espacio refrigerado.
La avenida se abría en una plaza rodeada de cúpulas de hormigón y vidrio construidas en un estilo medio darsh, medio galáctico-interplanetario. Las más grandes albergaban el Banco de Chanseth, el Banco de Inversiones Mineras, el Gran Banco de Dar Sai y un par de hoteles, el Sferinde Select y el Traveler's Inn. Tres restaurantes daban a la plaza, el Sferinde Garden, el Traveler's Inn Garden y el Olander. El Traveler's Inn Garden, emplazado audazmente bajo limoneros, placamineros y aniseros, atraía a comensales muy variados: turistas, viajantes de comercio, hombres del espaio y algunos darsh. El Olander, en el extremo más alejado de la plaza, sólo servía a los darsh.
El Sferinde Select parecía el hotel más grande, caro y confortable de todos. El Traveler's Inn, aunque quizá más tranquilo, tenía un aspecto descuidado. Gersen volvió a examinar a los clientes del Sferinde Garden, gente atractiva de cabello negro, tez olivácea y facciones regulares. Vestían ropas singulares, de un estilo desconocido para Gersen; como el propio Sferinde Select, no encajaban en el ambiente de Dar Sai. A Gersen le resultaba más fácil imaginárselos en algún lugar elegante de otro planeta, en un tiempo muy alejado en el pasado o en el futuro.
Intrigado, Gersen decidió alojarse en el Sferinde Select. Cruzó la plaza y atravesó el restaurante ajardinado. Los clientes interrumpieron sus conversaciones y se volvieron para mirarle con fría curiosidad, que él consideró poco halagadora.
Entró en el vestíbulo, que ocupaba la totalidad de la planta baja. Un árbol de hojas negras y anaranjadas brotaba de un estanque central; pequeñas criaturas semejantes a pájaros saltaban de rama en rama. se sumergían en el estanque y volvían a surgir, emitiendo dulces sonidos que recordaban el de la flauta. Gersen se acercó a la recepción. El empleado, un joven cetrino de semblante severo, dedicó una rápida mirada de soslayo a Gersen y luego dedicó su atención al libro de registro.
-Haga el favor de llamar al encargado de la recepción -dijo Gersen con voz suave-. Quisiera una habitación, o mejor, una suite.
-Nos es imposible ofrecerle acomodo -respondió el empleado en tono monótono-. Estamos al completo. Pruebe el Traveler's Inn, o en el Olander.
Sin una palabra, Gersen dio media vuelta y salió del Sferinde Select. La gente congregada en el jardín no pareció fijarse en él. Cruzó la plaza hacia el Traveler's Inn, un hotel de características muy distintas al Sferinde Select. El Traveler's Inn había sido construido al estilo darsh, con absoluta confianza en la inspiración improvisada. Las tres hileras curvas de arcos parabólicos, las ocho cúpulas que se entrecruzaban, las rotondas, galerías elevadas y balcones habían sido ensamblados con audacia y proporcionaban al edificio un definitivo aire de plambosh. Un pasillo de compactas paredes conducía al vestíbulo, más práctico que suntuoso. Un hombre delgado, de mentón estrecho y larga barbilla, trabajaba tras un mostrador circular. Recibió a Gersen con un saludo cortés aunque rutinario.
-¿Qué desea, señor?
-Una suite, la mejor posible. Tengo la intención de quedarme varios días, una semana o quizá más.

Jack Vance "El rostro"

domingo, diciembre 09, 2007

Gersen hizo la travesía a Dar Sai en un Fantamic Flitterwing de tamaño y apariencia modestos. La ruta cruzaba las regiones más alejadas de Argo Navis, cercanas al límite de Más Allá, una zona que nunca había visitado.
Enfrente brillaba el sol blanco Cora. Gersen localizó en el macroscopio los dos planetas habitados, Methel y Dar Sai.
En las Indicaciones para el tráfico sólo aparecía una breve referencia acerca de Dar Sai:

Las mayores poblaciones son, por orden de importancia, Serjeuz, La Fuente de Wabber, Dinkestown y Berfeser. Ninguno de estos lugares depara más que facilidades rudimentarias para la reparación o aprovisionamiento de naves. No hay regulaciones de llegada o de partida; de hecho, no existe ninguna autoridad central. Algunas compañía de Methlen, a fin de proteger sus intereses comerciales, mantienen un cierto tipo de control policial, pero fuera de las cuatro ciudades principales disminuye la influencia methlen. En Serjeuz, un rectángulo pintado en blanco indica la zona de aterrizaje preferida para acceder con mayor facilidad a los almacenes comerciales.

Desde treinta y cinco kilómetros de altura, Serjeuz parecía un diminuto mecanismo perdido en medio de la extensión gris, rosa y amarilla. A medida que Gersen descendía la luz del amanecer de Cora permitió distinguir más detalles, y Serjeuz se reveló como un amasijo de parasoles que derramaban chorros de agua sobre los bordes.
El fracaso de Rath Eileann había quedado grabado en el fondo de la mente de Gersen como una pequeña y oculta úlcera inflamada. Al contemplar Serjeuz, Gersen experimentó olvidadas emociones: el instinto del cazador, un hormigueo de placer y el temor ante la cercanía de la presa. El hedor de Lens Larque contaminaba el paisaje. Cien veces se había refugiado del calor bajo los refrescantes parasoles; cien veces, ataviado con su flotante túnica blanca, había cruzado el desierto que separaba Serjeuz de las sombras de Bugold. No era descabellado pensar que en este mismo momento estaría comiendo y bebiendo en alguno de sus locales favoritos, a menos de diez minutos de distancia.
Dos docenas de naves de diferentes clases y características reposaban en el interior de un rectángulo pintado de blanco. Gersen hizo aterrizar el Flitterwing muy cerca de las paredes de agua. La nave enmudeció; Gersen sintió la solidez del puente bajo sus pies.
La hora local era media mañana. Gersen se preparó para desembarcar. Según el Índice Inmunológico, la amenaza más importante para la salud humana consistía en ciertas esporas de las algas pantanosas que, llevadas por el viento, germinaban en los pulmones. Gersen ya se había inyectado una dosis de antígenos profilácticos. Se ciñó una túnica blanca con capucha, deslizó dinero y documentos de identidad falsos en el bolsilló, comprobó sus armas, cruzó la puerta y descendió a la arenosa superficie de Dar Sai.

Jack Vance "El rostro"