jueves, enero 19, 2006

Gersen volvió al hotel Rembrandt, donde comió enfrascado en sus pensamientos. ¿Hasta qué punto estaba loco Navarth? Sus brotes de locura alternaban con períodos de lucidez, siempre a la conveniencia de Navarth. Le mortificaba ser engañado por un poeta loco. Fue al banco de Vega y sacó un millón de UCL en metálico. Introdujo los billetes en una maleta y tomó un taxi hasta Fitlingasse. Al bajar vio a Zan Zu, la chica de Eridu, en la puerta de una pescadería en la que había comprado una bolsa de eperlanos fritos. Llevaba su falda negra y el cabello revuelto, pero un atisbo de la magia de dos noches atrás aún se desprendía de su persona. Se sentó en una viga oxidada y comió el pescado con la vista perdida en el estuario. Gersen pensó que parecía cansada, apática y un poco ojerosa. Se encaminó al barco vivienda.
Navarth cogió el dinero con un gruñido desconsiderado.
-La fiesta se celebrará, pues, dentro de siete días.
-¿Ha mandado las invitaciones?
-Todavía no. Déjelo todo en mis manos. Viole Falushe estará entre los invitados.
-Y Zan Zu... ¿va a venir?
-¿Zan Zu?
-Zan Zu, la chica de Eridu.
-Ah... ésa. No sería prudente.

Jack Vance "El palacio del amor"