viernes, diciembre 23, 2005

La chica se encogió de hombros.
-Estoy preparada.
-Tú eres el juez más adecuado -declaró Navarth-. Ve adentro mientras repaso mi guardarropa. -Echó un vistazo al cielo-. Día amarillo, noche amarilla. Me pondré de amarillo.
Les guió a la sala, que estaba amueblada con una mesa de madera, dos sillas de roble tallado, estanterías atestadas de libros y baratijas y un jarrón que contenía tallos de hierbas de las pampas. Navarth sacó de un armario una segunda botella de vino, que abrió y colocó sobre la mesa junto con vasos.
-Beban -dijo y desapareció en la habitación contigua.
Gersen y la chica se quedaron a solas. La examinó con disimulo. Llevaba la falda negra del día anterior, una blusa negra de manga corta y sandalias; de acuerdo con la moda de la Tierra, no lucía ni joyas ni tinte para la piel. Era esbelta, pero tenía el pelo enmarañado. No logró resolver la duda de si se hallaba muy serena o indiferente por completo. Guiado por un súbito impulso, Gersen cogió un peine del lavabo de Navarth y peinó los cabellos de la joven. Ella le dirigió una mirada de sorpresa y luego permaneció de pie, silenciosa y pasiva. Gersen se preguntó qué pensamientos rondarían su mente. ¿Estaría tan loca como Navarth?
-Ya está -dijo Gersen por fin-. Ahora no tienes tanto aspecto de granujilla.
Navarth volvió enfundado en una chaqueta marrón, varias tallas más grande, y zapatos amarillos.
-No han probado el vino. -Llenó tres vasos hasta el borde-. Tenemos una agradable velada por delante. Nosotros tres: tres islas en el mar, y cada isla un alma errabunda. Avanzamos juntos, ¿y qué es lo que encontraremos?
Gersen probó el vino: un delicioso y fuerte moscatel; bebió. Navarth bebió el vino en su garganta como si derramara un cubo en el estuario. La joven bebió, sin la menor vacilación, sin demostrar ni un ápice de emoción. "Una chica extraña", pensó Gersen. En algún lugar detrás de la grave faz anidaba una hoguera inextinguible. ¿Qué estímulos la podrían excitar? ¿Qué le haría estallar en carcajadas?
-¿Estaremos preparados? -preguntó Navarth, y a continuación abrió la puerta y les cedió el paso-. ¡En busca de Viole Falushe!

Jack Vance "El palacio del amor"