domingo, noviembre 13, 2005

Incluso ahora recuerdo el olor del mar. Ambeules, el distrito antiguo, da al Gaas, y es la parte más encantadora y hermosa de la ciudad. Las flores eran increíbles. Pensar que no he visto flores durante treinta años, excepto las que he tejido... -y Dundine se puso a examinar el tapiz que había colgado en una mampara de la habitación.
Era el más morboso y sensible de los chicos jóvenes. Cada vez le entusiasmaba más la poesía. La verdad es que Jheral Tinzy le humilló hasta lo indecible. Sea como sea, Vogel llevó a cabo su venganza. Formaban el coro veintinueve chicas. Cantábamos cada viernes. Vogel había aprendido a manejar una astronave... un desafío que todos los chicos aceptaban. Así que Vogel robó uno de los pequeños Localizadores, y cuando salimos del ensayo para tomar el autobús era él quien conducía el vehículo. Nos llevó a la astronave y nos convenció para que subiéramos a bordo. Pero ésta fue la única noche en que Jheral Tinzy no vino al ensayo. Vogel no lo advirtió hasta que la última chica hubo salido del autobús; se quedó de piedra. Pero era ya demasiado tarde, no tenía otro remedio que huir. -Dundine suspiró-. Veintiocho chicas, puras y frescas como florecillas. ¡Cómo nos trató! Sabíamos que era extraño, pero no feroz como un animal salvaje. No, nunca. ¿Cómo podíamos imaginar cosas semejantes? Por razones sólo conocidas por él nunca nos llevó a la cama. Inga decía que estaba malhumorado porque no había conseguido capturar a Jheral. Godelia Parwitz y Rosamond... no me acuerdo de su apellido... trataron de golpearle con un instrumento de metal, a pesar de que matarle habría significado nuestra sentencia de muerte, pues ninguna sabía manejar una astronave. Las castigó de tal forma que lloraron y suplicaron. Inga y yo le dijimos que era un monstruo de perversión para obrar así. Lo único que hizo Vogel Filschner fue reír. "¿Así que soy un mostruo de perversión? ¡Yo os enseñaré lo que es un monstruo de perversión!" Entonces nos llevó a Sarkovy y nos vendió al señor Asm.
Pero antes se detuvo en otro mundo y vendió a las diez chicas menos atractivas. Inga, yo y otras seis, las que más le odiábamos, fuimos vendidas en Sarkovy. De las otras, las más bellas, no sé nada. Gracias a Kalzibah, alguien ha venido a ayudarme.

Jack Vance "El palacio del amor"