lunes, octubre 24, 2005

A Gersen le sorprendió su vehemencia. Las acusaciones eran tan exageradas que no podían ocasionarle malestar alguno. De todas formas, si creía realmente en ellas... debía considerarle un monstruo.
-No es verdad lo que dices -replicó tratando de apaciguar sus ánimos-. Quizá algún día te des cuenta, quizá algún día...
La voz de Gersen se apagó ante el violento movimiento de cabeza que sacudió los cabellos dorados de Alusz Iphigenia. Además, lo que iba a decir, si se paraba a pensarlo, parecía más bien improbable, incluso absurdo: se refería a un hogar, una familia, la paz...
-¿Qué piensas hacer conmigo? -preguntó con frialdad Alusz Iphigenia.
-No tengo derecho a dirigir tu vida ni a molestarte. Sólo hay una vida; disfrútala cuanto puedas.
Alusz Iphigenia se puso en pie, tranquila e imperturbable. Gersen tomó tristemente el camino de su alcoba. La pelea, en cierto sentido, era positiva. Quizá la había traído a Sarkovy para mostrarle la dirección que su vida debía seguir, dándole así la oportunidad de abandonarle.
La princesa, para sorpresa de Gersen, apareció a la hora de cenar, algo pálida y seria.
El comedor estaba abarrotado. Por todas partes se veían los cuellos y sombreros de piel negra que usaban los notables de Sarkovy. Había un número poco frecuente de mujeres, ataviadas con sus peculiares trajes púrpura, pardos y negros, y cargadas de collares, brazaletes y diademas de turquesa y jade. Un grupo de turistas llegados en la nave que había aterrizado a primera hora de la tarde ocupaba un ángulo de la sala; "una buena excusa -pensó Gersen- para adelantar las ejecuciones". A juzgar por su indumentaria procedían de algún planeta del Grupo, probablemente Alphanor (así lo indicaban sus tintes grises y beige). Edelrod se materializó junto al codo de Gersen.
-¡Ajá, lord Gersen! Es un placer verle por aquí. ¿Puedo unirme a usted y a su adorable dama? Es posible que se me requiera para preparar las pociones. -Se sentó a la mesa dando por sentado el asentimiento de Gersen-. Hoy tenemos un banquete de seis platos, al estilo de Sarkovy. Les recomiendo que lo prueben todo. Ya que han venido a nuestro maravilloso planeta, disfrútenlo hasta la saciedad. Me alegra estar con ustedes. Todo va bien esta noche, ¿no es cierto?
-Por completo, gracias.

Jack Vance "El palacio del amor"