martes, julio 26, 2005

Al día siguiente los tadousko-oi avanzaron en dirección a la ciudad y acamparon a unos dos kilómetros de la puerta principal. Sobre la muralla se veía soldados moviéndose sin cesar. A mediodía se abrieron las puertas; seis regimientos de hombres armados con picas, con uniforme color pardo, armadura y cascos negros, salieron al exterior. Los tadousko-oi emitieron un alarido de alegría y saltaron sobre sus monturas. Gersen y Alusz Iphigenia contemplaron la batalla desde el campamento. Fue una lucha sin cuartel, salvaje y sangrienta. Los guerreros Pardos se batieron con valentía, pero carecían de la salvaje ferocidad que caracterizaba a los hombres de las montañas; los supervivientes se replegaron a través de las puertas, dejando a sus espaldas un campo sembrado de cadáveres.
El día siguiente transcurrió sin novedad. El pendón marrón y negro fue arriado de la aguja de la ciudadela.
-¿Dónde tiene Kokor Hekkus su nave espacial? -preguntó Gersen a Alusz Iphigenia.
-En una isla del sur. Viene y va en un coche aéreo como el tuyo. Hasta que Sion Trumble atacó la isla y capturó la nave espacial creía que Kokor Hekkus era un gran mago.
La inquietud de Gersen aumentó por momentos. Estaba claro que no podría llegar hasta Kokor Hekkus bajo ninguna circunstancia. Si los tadousko-oi lograban penetrar a la ciudad, Kokor Hekkus escaparía en su coche aéreo... Era esencial que regresaran al Saltaestrellas. Entonces podría situarse en una posición lo bastante elevada para vigilar sin ser interceptado y atacar al coche aéreo que tal vez despegara de Aglabat, independientemente del resultado de la batalla.
Comunicó su decisión a Alusz Iphigenia, que dio su aprobación.
-Nos basta con llegar a Carrai. Sion Trumble desea casarse conmigo. Me ha declarado su amor. Consentiré.
Gersen gruñó desdeñosamente. ¡El noble Sion Trumble le había declarado su amor! ¡El galante Sion Trumble! Gersen fue a hablar con el jefe.
-Se han producido bajas en la batalla y sobran monturas. Si me prestas una, intentaré volver a mi nave.
-Será como desees. Elije la que quieras.
-Me conformo con la más dócil y manejable.
Al atardecer le trajeron la montura a la tienda. Gersen y Alusz Iphigenia partieron hacia Carrai al amanecer.
Obreros de la ciudad trabajaron durante toda la noche para construir un cercado de treinta metros de lado por seis de alto, cubierto con una tela de color pardo. Los tadousko-oi se enfurecieron a causa de la insolencia. Montaron en sus ciempiés y salieron al galope con algunas precauciones, porque nadie sabía lo que ocultaba el cercado. No fue difícil averiguarlo. Cuando las filas de monturas estuvieron muy cerca apartaron la lona; de ella surgió un enorme ciempiés de veintitrés metros que lanzaba fuego por los ojos.
Los tadousko-oi retrocedieron en medio de una espantosa confusión.
-¡Dnazd! -gritaban-. ¡Dnazd!
-No es un dnazd -dijo Gersen a Alusz Iphigenia-. Es la obra de Construcciones y Obras de Ingeniería Patch. Y es hora de que nos vayamos.
Montaron en el ciempiés y se escabulleron hacia el noroeste. La fortaleza brincaba sobre el césped que bordeaba la ciudad en todas direcciones. Los tadousko-oi huían en completo desorden, llenos de terror. La fortaleza emprendió su persecución con gráciles movimientos, que dispensaron a Gersen una triste satisfacción.

Jack Vance "Los príncipes demonio: La máquina de matar"