viernes, julio 08, 2005

Al divisar el coche aéreo accidentado, el grupo se detuvo sorprendido.
-Al menos no los han enviado para que nos capturaran -susurró Gersen.
Alusz Iphigenia no dijo nada. Se apretaban el uno junto al otro en la hendedura; incluso en circunstancias tan extremas, Gersen sintió que el contacto le estremecía.
Los tadousko-oi habían rodeado el coche aéreo. Algunos se apartaron e intercambiaron secos murmullos. Empezaron a rastrear el valle. Era cuestión de segundos que uno de ellos se decidiera a investigar la grieta.
-Quédese aquí -susurró Gersen a la joven-. Les distraeré.
Salió del escondite y se quedó quieto con los pulgares ceñidos en el arnés de sus armas. Los guerreros no reaccionaron por un instante; luego, uno que portaba un casco más complicado que el de los demás avanzó lentamente. Habló: palabras guturales, aparentemente derivadas del antiguo idioma universal, pero incomprensibles para Gersen. Los ojos pizarrosos del que parecía ser el jefe se desviaron de Gersen y se abrieron con estupor. Alusz Iphigenia se había situado a la vista de los recién llegados. Habló en una jerga cercana al idioma de los tadousko-oi; el jefe replicó. Los guerreros permanecían inmóviles. Gersen jamás había contemplado un cuadro más siniestro.
-Le he dicho que somos enemigos de Kokor Hekkus -explicó Alusz Iphigenia a Gersen-, que venimos de un mundo muy lejano para matarle. El jefe dice que están preparando un ataque, que van a reunirse con otros grupos y que piensan atacar Aglabat.
-Pregúntele si nos pueden transportar hasta nuestra nave. Le pagaré bien.
Alusz Iphigenia habló. El jefe gruñó con mal humor y contestó. Alusz Iphigenia tradujo:
-Se niega. Necesita de todas sus fuerzas para llevar a cabo este gran ataque. Dice que si queremos podemos unirnos a su partida. Le he dicho que usted preferiría reparar el bote aéreo.
El jefe volvió a hablar. Gersen captó la palabra "dnazd" repetida varias veces. Alusz Iphigenia se volvió, después de un curioso titubeo hacia Gersen.
-Dice que no sobreviviremos a esta noche si nos quedamos, que el dnazd nos matará.
-¿Qué es el dnazd?
-Una bestia enorme. A este lugar le llaman el Valle del Dnazd.

Jack Vance "La máquina de matar"