viernes, julio 15, 2005

Alusz Iphigenia hizo lo que le pedía. El jefe avanzó otros dos pasos y señaló con el dedo a un fornido y joven guerrero.
-Humilla a este hombre, castígale hasta mostrar bien a las claras su pobre condición.
El guerrero se quitó su arnés.
-El hombre blanco lleva armas de cobardes -dijo el jefe-. Hazle saber que debe luchar como un hombre, con cuchillo o con las manos desnudas. Que se despoje de su lanzarrayos.
La mano de Gersen buscó su proyector, pero los guerreros más cercanos le sujetaron antes de que pudiera hacer el menor movimiento. Tendió lentamente sus armas a Alusz Iphigenia, y se despojó de la chaqueta y la camiseta. Su oponente portaba un pesado cuchillo de doble filo; Gersen extrajo el suyo de hoja estrecha.
Despejaron un área arenosa enmarcada por tres hogueras. Los tadousko-oi formaron un círculo con sus rostros de aspecto solemne, de color del hígado, casi como los de un insecto.
Gersen se lanzó hacia su enemigo. Era más alto que él, de fuertes músculos y movimientos veloces. Manejaba su pesado puñal como si fuera una pluma. Gersen aferraba con fuerza su arma. El joven guerrero movía su puñal en un círculo hipnótico; el acero brillaba a la luz de las llamas.
Gersen actuó con súbita determinación. Su cuchillo hendió el aire, hizo un corte en la muñeca del guerrero y se deslizó hasta su hombro. El puñal cayó de los dedos paralizados; el guerrero miró con estupor su mano inútil. Gersen se aproximó, recogió el puñal, esquivó una patada y golpeó al guerrero sobre la oreja con la hoja del cuchillo. El guerrero se tambaleó, y Gersen le golpeó de nuevo, hasta que se desplomó pesadamente sobre la arena.
Gersen devolvió el puñal a la vaina del guerrero, regresó al lado de Alusz Iphigenia y empezó a vestirse.
Un murmullo recorrió el círculo de espectadores; no hubo aplausos ni muestras de desaprobación; apenas un atisbo de disgusto mezclado con algo de asombro.
Todos miraban al jefe, que dio un paso al frente. Habló en voz alta con cierta cadencia rítmica:
-Hombre blanco, has derrotado a este joven guerrero. No voy a criticar el método poco convencional que has empleado, aunque nosotros, los tadousko-oi, consideramos que es propio de seres débiles liquidar estos asuntos con tanta rapidez. Además, lo único que has probado es que tu categoría es superior a la del joven guerrero. Has de luchar otra vez.

Jack Vance "La máquina de matar"