jueves, noviembre 11, 2004

-¡Pallis! -gritó nuevamente Gersen-. ¡Abre los ojos! ¡Soy Kirth Gersen! ¡Estás a salvo!
Ella sacudió la cabeza con los ojos siempre cerrados.
Gersen se apartó de la joven. La contempló otra vez desde la puerta de la tienda. Pallis le miraba con los ojos distendidos por el asombro. Volvió instantáneamente a cerrarlos.
Gersen la dejó, registró todo el cráter y cuando estuvo seguro de que no había otra persona, regresó con Dasce.
-Bonito sitio te buscaste aquí, Dasce -le dijo, con voz calmosa-. Un poco difícil de encontrar cuando tus amigos lo desean, ¿eh?
-¿Cómo pudo encontrarme? -preguntó Dasce en tono gutural-. Nadie conoce este lugar.
-Excepto tu jefe.
-No lo sabe tampoco.
-¿Cómo supones que lo encontré yo?
Dasce quedó silencioso. Gersen se acercó a la jaula, corrió el cerrojo y habló al prisionero preguntándose si estaría todavía en su sano juicio.
-Vamos salga.
El prisionero saltó fuera de su encierro.
-¿Quién es usted?
-No importa. Está usted libre.
-¿Libre? -El hombre se quedó con una expresión estúpida en los ojos y su mandíbula se aflojó al oír aquella palabra-. ¿Y... él?
-Le mataré enseguida.
-Esto tiene que ser un sueño -murmuró el hombre.

Jack Vance "El rey estelar"