jueves, noviembre 04, 2004

Gersen tomó tierra en la plataforma y continuó a pie, deslizándose por el terreno, evitando aproximarse a los posibles emplazamientos de los detectores, aunque tal precaución sólo era mera formalidad. El destino no podía haberle llevado hasta allí para dejarle fracasar... Gersen acabó de subir la ladera, compuesta de basalto, obsidiana y toba. Alcanzando el borde del cráter, se aproximó hasta la cúpula que surgía construida de una red de finos cables y una transparente película de material resistente distendida por la presión del aire interior. El cráter no era muy grande: unos cincuenta metros de diámetro, casi perfectamente cilíndrico, con las paredes formadas por cristales volcánicos estriados.
En el fondo del cráter, Dasce había realizado un intento de conformar un paisaje. Se observaba la instalación de una piscina de agua salobre, un puñado de palmeras y un enmarañado conjunto de enredaderas. Gersen miraba la escena como un dios implacable, un dios de venganza.

Jack Vance "El rey estelar"