viernes, octubre 29, 2004

-¿El exceso de gravitación no será un grave inconveniente? ?preguntó Kelle.
-Lo sabremos enseguida.
Warweave se volvió y centró su atención en la enana roja. Su oscura compañera se había hecho ya visible: un gran disco marrón grisáceo de tres veces el diámetro de Alphanor, moteado y reticulado en negro y pardo. Gersen estuvo encantado al descubrir grandes espacios ricos en detritus y la pantalla de radar indicó docenas de minúsculos planetoides y pequeñas lunas en órbita alrededor de cada estrella. Así pudo aproximarse a la estrella extinta sin temor a ser detectado. Un momentáneo cambio en el interfisionador frenó la espacionave, y otro posterior la llevó a un estado de suave descenso a un cuarto de millón de millas sobre la enorme masa que en aquellos momentos tenían bajo la espacionave.
La superficie era opaca y sin relieves, con vastas áreas cubiertas por lo que parecían ser enormes océanos de polvo de color chocolate. La silueta se destacaba con nitidez contra la negrura del espacio cósmico, revelando un leve rastro de atmósfera aún latente. Gersen consultó el microscopio y escudriñó la superficie. Se le apareció la topografía en perspectiva, aunque el terreno resultaba difícil de observar en detalle. La superficie estaba sembrada de cadenas de volcanes con un espantoso revoltijo de hendeduras y enormes grietas, y como contraste un número considerable de antiguas erupciones plutónicas y cientos de volcanes, unos en actividad y muchos otros apagados o inactivos.

Jack Vance "El rey estelar"