viernes, noviembre 12, 2004

Gersen volvió su atención a Pallis. Permanecía sentada en la cama con la sábana ajustada al cuerpo. Tenía los ojos abiertos. Miró a Gersen, se puso en pie y se desmayó. Gersen la tomó en sus brazos y la sacó al exterior, dejándola sobre el suelo del cráter. El cautivo miraba a Dasce desde una respetuosa distancia. Gersen le habló:
-¿Cómo se llama usted?
El hombre pareció momentáneamente aturdido. Encogió las cejas como haciendo un esfuerzo por recordar.
-Yo soy Robin Rampold -contestó con una extraña voz-. Y usted... ¿es su enemigo?
-Yo soy su ejecutor. Su Némesis.
-¡Es fantástico, una maravilla! -exclamó Rampold-. Después de tanto tiempo, apenas si puedo recordar el comienzo... -Y las lágrimas comenzaron a caerle por las mejillas. Miró la jaula, se aproximó a ella y la inspeccionó-. Conozco muy bien esto. Cada nudo, cada barrote, cada hueco, cada empalme de metal.
Y su voz se desvaneció. De repente preguntó:
-¿En qué año estamos?
-En mil quinientos veinticuatro.
Rampold pareció reducirse de tamaño, aplastado por aquella revelación.
-No sabía que hubiese transcurrido tanto tiempo; había olvidado ya su valor. Es increíble... -Y miró a la cúpula-. Cuando él se va, no sucede nada... He permanecido en esa jaula diecisiete años. Y ahora estoy fuera de ella... -Se dirigió hacia donde estaba Dasce atado en el suelo y le dedicó una mirada indefinible-. Hace mucho tiempo, éramos dos personas muy diferentes. Le enseñé una buena lección. Le hice sufrir. La memoria es todo lo que me queda vivo.
Dasce rió entre dientes.

Jack Vance "El rey estelar"