martes, agosto 22, 2006

Meses después, sentado en la Explanada de Avente, Gersen advirtió que una joven se aproximaba. Iba vestida a la última moda con ropa del mejor gusto, como si hubiera sido educada en una atmósfera de elegancia y buenas maneras.
Gersen se levantó espoleado por un súbito impulso.
-Perdóneme, pero se parece a alguien que conocí en la Tierra. ¿Sus padres son terráqueos?
La muchacha le escuchó sin demostrar turbación. Sacudió la cabeza.
-Por extraño que parezca, no conocí a mis padres. Tal vez sea huérfana o... quién sabe. Mis tutores reciben una cantidad de dinero para proporcionarme un hogar. ¿Conoce a mis padres? ¡Dígamelo, por favor!
"¿Qué voy a hacer -pensó Gersen-, para qué atormentar a la chica con detalles de su pasado, o peor, para reavivar la pesadilla que evitó por un margen tan estrecho?" Porque delante suyo, sin duda alguna, tenía el asunto urgente que llevaba a Viole Falushe a Alphanor.
-Creo... que me he equivocado -fingió Gersen-. El parecido debe ser una coincidencia. Usted no puede ser la persona que yo creí reconocer.
-No le creo -dijo Drusilla-. Usted sabe más de lo que dice. ¿Por qué no lo hace?
Gersen rió con amargura. La joven era inmensamente atractiva, graciosa y encantadora.
-Siéntese en el banco un momento. Permítame que le lea una o dos baladas seleccionadas de las obras del poeta loco Navarth. Creo que cuando las escribió estaba pensando en usted.
-Una manera poco convencional de iniciar una relación -admitió Drusilla I sentándose-. Pero soy una persona poco convencional... Bueno, léame la poesía.

Jack Vance

Fin de "El palacio del amor"