miércoles, julio 19, 2006

Se dirigió a la terraza en que se celebraba la cena. Navarth estaba inclinado sobre un cuenco de gulash; Gersen tomó asiento a su lado. Un criado trajo un carrito de ruedas. Gersen, que no había comido nada desde la mañana, se sirvió.
-¿Qué ha ocurrido? -preguntó al fin Navarth-. Parece agotado.
-Pasé la tarde con nuestro anfitrión.
-Vaya. ¿Habló con él cara a cara?
-Casi.
-¿Y ya sabe quién es? ¿Mario? ¿Ethuen? ¿Tanzel?
-No estoy seguro.
Navarth gruñó y se dedicó de nuevo al gulash.
-Esta noche es la última noche -dijo Gersen al cabo de un momento.
-Eso me han dicho. Me alegraré de marchar. Aquí no hay poesía. Siempre lo dije: la alegría proviene de su misma libre voluntad; no se puede forzar. Mire... un gran palacio, un espléndido jardín con ninfas y héroes vivientes. Pero ¿dónde está el sueño, dónde está el mito? Sólo la gente de pocas luces halla alegría aquí.
-Su amigo Viole Falushe se sentiría deprimido si escuchara sus palabras.
-Es lo menos que puedo decir -Navarth dirigió a Gersen una dura mirada-. ¿Preguntó por la chica?
-Sí. No averigüé nada.
-Me he hecho viejo e inútil -Navarth cerró los ojos-. Henry Lucas, o como se llame, ¿es incapaz de actuar?
-Hoy lo intenté. No salí bien parado.
Los dos guardaron silencio. Gersen preguntó:
-¿Cuándo nos vamos?
-Sé lo mismo que usted.
-Haremos lo que podamos.

Jack Vance "El palacio del amor"