viernes, julio 21, 2006

De "El aprendiz de avatar" en El pergamino de la novena dimensión:
Avanzando penosamente hacia la cumbre de la colina, Marmaduke buscaba el ciprés
marchito que señalaba la cabaña del simbolista. Allí estaba el árbol,
escuálido y solitario, muy cerca de una cabaña.
El simbolista le dio la bienvenida. "He recorrido cien leguas -dijo
Marmaduke- para formularte una sola pregunta: ¿tienen alma los
colores?"
"¿Alguien afirmó lo contrario?", preguntó el sorprendido simbolista.
Alumbró una luz naranja, se recogió el borde de su vestidura y bailó con gran
entusiasmo. Marmaduke miraba alborozado, maravillado de ver un anciano tan
ágil.
El simbolista hizo brotar una luz verde. Acurrucado bajo el banco
hundió la cabeza entre los tobillos y se puso la vestimenta del revés, mientras
Marmaduke aplaudía entusiasmado. El simbolista invocó la luz roja, saltó
sobre los hombros de Marmaduke, lo arrastró juguetonamente al suelo y le cubrió
la cabeza con la vestidura. "Querido amigo -masculló debatiéndose
Marmaduke -, ¡qué enérgica demostración!"
"Lo que hay que hacer es mejor hacerlo bien -replicó el simbolista-.
Me explicaré. Los colores admiten dos significados. El naranja
representa la erupción de la ictericia, pero también el júbilo de un héroe
agonizante."
"El verde es la esencia de los pensamientos bien madurados y el estilo de
vida del norte. El rojo, como ya hemos visto, es el acompañamiento de la
exuberancia espontánea."
"¿Y el segundo significado del rojo?", preguntó Marmaduke. El
simbolista trazó un signo misterioso.
"Eso está por ver, como dijo el gato cuando le preguntaron quién había
vaciado el azucarero."
Divertido y edificado, Marmaduke se despidió, y no fue hasta llegar a mitad
de la montaña cuando descubrió que le faltaba la cartera.

Jack Vance "El palacio del amor"