viernes, junio 23, 2006

Los druidas solían desayunar en el refectorio del pueblo más cercano. La mañana posterior a la consagración atravesaron los prados y entraron en el local. Tras ellos venían Hule y Billika. Los druidas se sentaron en sus lugares habituales, y lo mismo hicieron los jóvenes.
Wust fue la primera en darse cuenta. Levantó un dedo tembloroso. Laidig gritó. Pruitt dió un salto, se giró y salió corriendo del refectorio. Dakaw se desplomó como un saco. Skebou Diffiani, sentado con la mayor rigidez, no podía contener su asombro. Hule y Billika ignoraban la consternación que habían provocado.
Laidig, sollozando y respirando con dificultad, se tambaleó hacia el exterior, seguida de Wust. Diffiani era el menos alterado.
-¿Cómo salisteis? -preguntó a Hule.
-Por un túnel. Wible hizo un túnel para que escapáramos.
En ese momento apareció el propio Wible.
-Los criados están para servirnos, de modo que los utilicé. Mandé que cavaran un túnel.
Diffiani asintió con la cabeza. Se levantó, tiró de la capucha, la examinó y la arrojó a un rincón.
Dakaw se puso en pie con un rugido. Golpeó a Hule hasta hacerle caer al suelo; luego propinó un tremendo puñetazo a Wible, que lo esquivó y lanzó una carcajada.
-Vuelve a tu árbol, Dakaw. Cava otro agujero y entiérrate.
Dakaw abandonó la posada.
Descubrieron por fin a Wust y Laidig, escondidas tras una enramada. Pruitt había huido hacia el sur, más allá de los recintos del jardín, y no se le volvió a ver.

Jack Vance "El palacio del amor"