viernes, junio 02, 2006

-Hay muchas formas de amor -dijo Viole Falushe con voz afable y fuerte-. El abanico es amplio, y todas han contribuido a la creación de este palacio. No todos mis invitados lo descubren, y no todas las fases les son accesibles. Para algunos, el palacio no será más que un retiro de vacaciones. Otros quedaran hechizados por lo que se llama una belleza poco común. Está en todas partes: en cada detalle, en cada perspectiva. Otros se inflamaran de pasión, y esto merece una advertencia.
Gersen estudiaba a Viole Falushe extasiado. La alta figura enmascarada se erguía esbelta, firme, los brazos caídos a los costados. Gersen ladeó la cabeza de varias maneras para tratar de identificarlo, pero la luz de la araña, al incidir directamente sobre Falushe, desfiguraba sus rasgos.
-La gente que hallaréis en el Palacio del Amor es amable, alegre y bella, y se divide en dos categorías. La primera es la de los criados. Les complace obedecer cualquier deseo de mis invitados, cualquier antojo, cualquier capricho. La segunda clase, los felices mortales que viven en el palacio, pueden elegir sus amistades con tanta libertad como yo. Los distinguiréis por su vestimenta color blanco. Vuestra capacidad de elección será muy amplia.
Gersen escudriñó la mesa en busca de Tanzel, Mario o Ethuen para eliminarlos de su lista de sospechosos, pero no logró identificarlos. De las cuarenta personas reunidas, al menos una docena eran de similares características. Devolvió su atención a las palabras de Viole Falushe.
-¿Existen restricciones? Una persona que enloqueciera y empezara a matar sería, por supuesto, reducida. Por otra parte, todos los aquí presentes apreciamos la intimidad, una de nuestras más deliciosas prerrogativas. Sólo una persona carente de sentido común violaría la voluntad de otra. Mis aposentos privados se encuentran lo bastante apartados para imposibilitar cualquier intrusión accidental.
Viole Falushe paseó su mirada alrededor de la mesa. Nadie habló; la expectación era demasiado intensa.
-Y ahora... ¡el Palacio del Amor! -continuó Viole Falushe-. En el pasado preparé pequeños dramas sin que los participantes se dieran cuenta. He modelado los comportamientos en una sucesión artística de hechos. He empleado contrastes trágicos para aumentar el deleite. En esta ocasión no hay nada programado. Podréis actuar con libertad, crear vuestro propio drama. Aconsejo prudencia. Las joyas poco comunes son las más preciosas. El grado de austeridad que practico os asombraría. Mi gran placer es la creación... nunca me cansa. Algunos de mis invitados se han quejado de la dulce melancolía que impregna la atmósfera; esto es cierto. Convendría buscar la explicación en la fugacidad de la belleza, en el trágico baile que nos arrastra.

Jack Vance "El palacio del amor"