jueves, diciembre 15, 2005

-Si me invitara a subir a bordo, si hablara conmigo y me ayudara a escribir un artículo para mi periódico, la situación daría un giro favorable. Estaría dispuesto a echarle una mano, e incluso a reparar su casco.
-¿Por qué no? -estalló Navarth-. Usted es el responsable de la explosión.
-Cuidado, Navarth. Está rozando la calumnia. Recuerde que tengo testigos.
-¡Bah! Lo que usted ha hecho recibe el nombre de piratería y extorsión. Escribir un artículo, ¿eh? Bien, pues... ¿por qué no lo dijo antes? ¡Yo también soy escritor! Suba a bordo; hablaremos. Siempre me apetece una pequeña diversión: un hombre sin amigos es como un árbol sin hojas.
Gersen saltó al barco vivienda; Navarth, toda amabilidad, dispuso un par de sillas de cara al pálido fulgor del sol. Sacó una botella de vino blanco.
-Siéntese; ¡como si estuviera en casa!
Abrió la botella, llenó los vasos y luego se acomodó en su silla, saboreando el vino con delectación. Su cara se veía plácida e inocente, como si toda la sabiduría racial hubiera pasado por ella sin dejar el menor rastro. Navarth, como la Tierra, era viejo, irresponsable y melancólico, henchido de una peligrosa alegría.
-¿Así que escritor? Yo diría que no se corresponde con la imagen habitual.
Gersen mostró su tarjeta de Cosmópolis.
-Señor Henry Lucas -leyó Navarth-. Escritor especializado. ¿Por qué ha venido a verme? Ya no estoy de moda, mi buena época no es más que un recuerdo. Desacreditado, arruinado. ¿Cuál fue mi ofensa? Me esforcé en expresar la verdad con toda su vehemencia. Esto es peligroso. Una palabra debe ser completamente inocua, desprovista de énfasis. El oyente es incapaz de reaccionar, se queda sin defensas, el significado penetra en su mente. Tengo mucho qué decir sobre el mundo; pero cada año se atenúa esta compulsión. Vivir o morir, todo es lo mismo para mí. ¿Sobre qué versará su artículo?
-Viole Falushe.
-Un tópico interesante -parpadeó Navarth-, pero ¿por qué se dirige a mí?
-Porque le conoció como Vogel Filschner.
-Hum. Bien, sí. Es un hecho poco conocido. -Con dedos súbitamente temblorosos, Navarth vertió más vino-. ¿Hay algo que desee en especial?
-Saber.
-Le sugiero -dijo Navarth con cierta agresividad- que busque la información en su fuente.
-Por supuesto, si supiea dónde ir a buscar. Pero ¿y si está en Más Allá? En su Palacio del Amor.
-Ése no es el caso; está aquí, en la Tierra.
En seguida que hubo hablado, Navarth pareció lamentar su precipitación y frunció el entrecejo.

Jack Vance "El palacio del amor"