martes, agosto 30, 2005

-Vuelve -dijo Gersen-. Llévale este mensaje a Sion Trumble, dile que mañana partiré. Si es necesario iré en la fortaleza hasta el norte de Skar Sakau para encontrar mi nave. Infórmale también de que la princesa Alusz Iphigenia me acompañará. Pregúntale ahora si nos recibirá.
-¿De veras quieres llevarme contigo? -preguntó Alusz Iphigenia.
-Si no te importa volver al Oikumene.
-Pero ¿y Kokor Hekkus? Pensé...
-Un detalle sin importancia.
-No hablas en serio -dijo la princesa tristemente.
-Sí. ¿Vendrás conmigo?
-Sí -aceptó tras una vacilación-. ¿Por qué no? Tu vida es real. Mi vida, todo Thamber, no son reales: mitos animados, escenas arcaicas de un diorama. Me consumen. -Miró a Paderbush-. ¿Qué harás con él? ¿Lo pondrás en libertad o se lo dejarás a Sion Trumble?
-No. Vendrá con nosotros.
-¿Con... nosotros? -preguntó asombrada Alusz Iphigenia.
-Sí. Sólo por poco tiempo.
Paderbush se puso en pie y estiró los brazos.
-Esta conversación me aburre. Nunca iré con usted.
-¿No? Sólo hasta Aglabat, para reunirnos con Kokor Hekkus.
-Iré a Aglabat solo... y ahora.
Se lanzó fuera de la habitación, corrió por el jardín, trepó de un salto al muro y desapareció.
Alusz Iphigenia se precipitó hacia la ventana que daba al jardín, y luego se volvió hacia Gersen.
-¡Llama a la guardia! No puede llegar muy lejos, estos jardines forman parte del patio interior. ¡Rápido!
Gersen parecía no tener prisa. Alusz Iphigenia le zarandó por los brazos.
-¿Quieres que escape?
-No -respondió Gersen con repentina energía-. No debe escapar. Informaremos a Sion Trumble, que dará las órdenes oportunas para capturarle. Vamos.

Jack Vance "La máquina de matar"