sábado, agosto 27, 2005

Paderbush se cruzó de brazos y miró fijamente a Gersen.
-¿Por qué me retienen aquí?
-Sospecho que tu vida está en peligro. Mi intención es protegerte.
-Sé cuidar de mí mismo.
-A pesar de esto, siéntate en esa silla, por favor. -Gersen le apuntó con el proyector-. Me recuerdas un animal salvaje a punto de saltar sobre su presa, y eso me pone nervioso.
-No le he causado el menor daño -comentó Paderbush mientras se sentaba-, pero usted me ha humillado, me ha arrojado a una mazmorra y ahora me quiere confundir con indirectas e insinuaciones. Se lo aseguro, Kokor Hekku no es un hombre que pase por alto las ofensas ocasionadas a sus empleados. Le sugiero que evite a su anfitrión muchos problemas y me deje regresar a Aglabat.
-¿Conoce bien a Kokor Hekkus? -preguntó Gersen en tono distendido.
-Desde luego. Es como un águila Khasferug. Sus ojos brillan de inteligencia. Su cólera y su alegría son como fuego, abrasan cuanto encuentran a su paso. Su imaginación carece de límites, como el cielo; todo el mundo se pregunta qué pensamientos cruzan su mente y de dónde provienen.
-Muy interesante. Estoy ansioso de conocerle... lo que sucederá muy pronto.
-¿Tiene una cita con Kokor Hekkus? -preguntó con incredulidad Paderbush.
-Tú y yo volveremos en la fortaleza a Aglabat -asintió Gersen-, después de descansar una o dos semanas en Carrai.
-Preferiría marcharme ahora mismo.
-Imposible. Quiero llegar de incógnito. Me gustaría sorprender a Kokor Hekkus.
-Está usted loco -se burló Paderbush-. Por no decir otra cosa. ¿Cómo piensa sorprender a Kokor Hekkus? Conoce mejor sus movimientos que usted mismo.

Jack Vance "La máquina de matar"