miércoles, agosto 24, 2005

-Hay otro aspecto de la cuestión. -Gersen dudó al imaginar otra sorprendente posibilidad que hasta el momento no se le había ocurrido-. Cuando robé la fortaleza de Kokor Hekkus, hice un prisionero del que sospeché que podía ser el propio Kokor Hekkus. La princesa Iphigenia no está de acuerdo, pero yo no estoy seguro. No parece probable que Kokor Hekkus soporte de buen grado el primer fracaso de su nuevo juguete... Y hay algo en este prisionero que me recuerda a otro hombre, que también podría ser Kokor Hekkus.
-Resolveremos su incertidumbre. El barón Erl Castiglianu, en tiempos aliado de Kokor Hekkus y ahora su mayor enemigo, está en palacio. Si alguien conoce a Kokor Hekkus, ése es el barón Castiglianu, y mañana haremos la prueba.
-Estaré encantado de oír su opinión.
-Ésta es la única ayuda que le puedo ofrecer. Jamás arrastraré a mi país a la guerra o a las penurias sin una buena causa. En tanto Kokor Hekkus permanezca en Aglabat no le provocaré.
Hizo una señal indicando que la audiencia había terminado. Gersen se levantó y salió de la salita. El Senescal, que esperaba en la antecámara, le escoltó a sus apartamentos. Gersen fue al jardín, oteó el cielo y encontró el racimo en forma de cimitarra: "el Barco de Dios". Pensó en lo que tenía que hacer y se horrorizó. Pero... ¿y si no, qué? ¿Por qué había venido a Thamber?

Jack Vance "La máquina de matar"