martes, agosto 23, 2005

Algo más tarde un paje se aproximó a Gersen y susurró en su oído:
-Mi señor, el príncipe desea hablar con vos cuando lo creáis conveniente.
Gersen se puso en pie y dejó que el paje le condujera al vestíbulo circular. Allí tomaron un pasillo y llegaron a un saloncito con paneles de madera verde. Sion Trumble estaba sentado. Lucía un vestido de seda holgado. Indicó a Gersen una silla y le acercó una bandeja con botellas y vasos.
-Acomódese. Viene usted de un mundo lejano; le ruego que olvide nuestro incomprensible protocolo. Hablaremos de hombre a hombre, con absoluta sinceridad. Dígame... ¿por qué está aquí?
Gersen no encontró motivos para ocultar la verdad.
-He venido para matar a Kokor Hekkus.
Sion Trumble enarcó las cejas.
-¿Sólo? ¿Cómo piensa derrumbar sus murallas? ¿Cómo derrotará a los Guerreros Pardos?
-No lo sé.
Sion Trumble contempló el fuego que crepitaba en el hogar.
-De momento hay una tregua entre Misk y Vadrus. Se habría podido declarar la guerra cuando la princesa Iphigenia me eligió, pero ahora da la impresión de que no se quedará con ninguno. -Fruncio el entrecejo-. No caeré en ninguna provocación.
-¿Puede proporcionarme alguna clase de ayuda?
Gersen pensó que al menos sabría a qué atenerse.
-Es posible. ¿Qué asunto le enfrenta a Kokor Hekkus?
-Cinco hombres destruyeron mi hogar, mataron a mi familia, convirtieron en esclavos a mis amigos. Espero hacerles pagar por ello. Malagate está muerto. Kokor Hekkus será el siguiente.
-Ha emprendido lo que parece una tarea formidable. ¿Qué quiere de mí?
-En primer lugar, que me ayude a volver a mi nave, que dejé al norte de Skar Sakau.
-Haré cuánto esté en mi mano. Al norte de Skar hay algunos principados que me son hostiles, y los tadousko-oi son implacables.

Jack Vance "La máquina de matar"