sábado, julio 02, 2005

Alusz Iphigenia era consciente de sus sospechas; por ello señaló con un gesto orgulloso los seis bellos gigantes rojos que se extendían hacia una gran estrella azul, formando una línea curva hacia abajo.
-Bien, parece que las tenemos a estribor, de modo que canción y cálculos no andaban muy desencaminados. -Desconectó el Jarnell. El Saltaestrellas quedó a la deriva-. Ahora: un racimo en forma de cimitarra; probablemente un objeto perceptible a simple vista.
-Allí -indicó Alusz Iphigenia-. Thamber está cerca.
-¿Cómo lo sabe?
-El racimo como una cimitarra. En Gentilly le llamamos el Barco de Dios. Desde aquí tiene otro aspecto.
Gersen movió la nave en dirección a la "empuñadura", conectó el escudo de fuerza y el navío saltó hacia adelante. Atravesaron el racimo, infinitas estrellas a su alrededor, y desembocaron en una región mucho más desolada.
-Era cierto -dijo Gersen-. Estamos en el extremo de la galaxia: "el margen extremo". En algún lugar, justo enfrente, nos espera "el resplandor de Thamber".
Justo enfrente vieron un grupo poco denso de estrellas.
-El sol es G ocho... naranja. ¿Cuál es el sol naranja? Allí. Ése.
La estrella anaranjada apareció algo escorada y bajo la nave. Gersen desconectó el escudo de protección. Ajustó el macroscopio hasta que mostró un planeta solitario. Aumentó el campo de ampliación: mares y continentes flotaban en el foco.
-Thamber -dijo Alusz Iphigenia Eperje-Tokay.

Jack Vance "La máquina de matar"