sábado, junio 25, 2005

Se acomodó en un sofá y estalló en carcajadas. Alusz Iphigenia lo contemplaba desde el otro tremo de la cabina con renovado interés.
-¿De qué se ríe?
-De la forma en que fuimos rescatados.
-¿Fuimos?
Así que no le había reconocido. Gersen cruzó el espacio que les separaba, y ella retrocedió dos pasos.
-Hablé con usted una noche en el recinto -dijo Gersen.
-Ahora le recuerdo. El hombre silencioso que se sentaba en la penumbra. ¿Cómo logró reunir el dinero?
-Lo imprimí yo mismo... eso es lo que me divierte.
-¡Pero lo verificaron! -se asombró la joven-. ¡Lo aceptaron!
-Exactamente. Y ahí está lo más gracioso: lo hice con tinta simpática. Dentro de una semana no habrá nada. El dinero que le pagué a Kokor Hekkus será papel en blanco: diez mil millones de UCL falsos. ¡He burlado a Kokor Hekkus! ¡He burlado a Intercambio! ¿No se da cuenta? ¡Es el dinero de Kokor Hekkus!
Alusz Iphigenia le dirigió una mirada indiferente y luego volvió los ojos hacia Sasani. Sonrió, una sonrisa triste.
-Kokor Hekkus montará en cólera. Ningún otro hombre experimenta las extravagantes emociones de Kokor Hekkus. Iba a gastar diez mil millones para conseguirme... porque ése era el precio en que me valoré. Y después de comprarme -un escalofrío recorrió todo su cuerpo- habría recuperado esa cantidad a cualquier precio. Lo que hará con usted cuando le capture... es impensable.
-A menos que yo le mate primero.
-Será muy difícil. Sion Trumble es el general más inteligente de Thamber, y no lo consiguió.
Gersen fue a buscar una botella de vino y dos vasos a la despensa. Alusz Iphigenia rehusó la invitación, pero luego lo pensó mejor y aceptó el vaso.
-¿Sabe por qué pagué su rescate? -preguntó Gersen.
-No.
La joven se removió inquieta en el asiento y sus mejillas se cubrieron de rubor. Gersen pensó que nunca la había encontrado tan hermosa.
-Porque me puede guiar a Thamber, donde encontraré a Kokor Hekkus y le mataré.
Alusz Iphigenia probó el vino y observó el interior del vaso.
-No quiero volver a Thamber. Tengo un miedo terrible a Kokor Hekkus. En estos momentos estará enfermo de rabia.
-No importa; ése es nuestro destino.
-No le puedo ayudar. No sé dónde se halla Thamber.

Jack Vance "La máquina de matar"