lunes, junio 06, 2005

Durante la hora social del tercer día, Gersen casi tropezó con Armand Koshiel. Éste murmuró una cortés disculpa y se hizo a un lado; luego le dedicó una mirada de asombro.
-Las condiciones se han alterado desde la última vez que nos vimos -dijo Gersn con una mueca de amargura.
-Ya veo. El destino es caprichoso.
-Dígame una cosa. ¿Está muy cerca Kokor Hekkus de conseguir los diez mil millones de UCL?
-Va progresando, se acerca cada vez más, según he oído decir. Todos aquí estamos interesados; es el rescate más grande que se ha pedido nunca.
-¿Suele venir la mujer al recinto?
-La vi en una ocasión.
-¿Qué aspecto tiene?
-Muy distinto del que usted imagina. No es un tipo despampanante, ya me entiende. Por favor, le ruego me disculpe, pero debo irme o me sancionarán.
Gersen tomó asiento en su banco más intranquilo que antes.
En nada se diferenció el día siguiente de los anteriores: empezaban a hacerse indistintos. Aprovechó la tarde para ejercitarse en el gimnasio. La cena le pareció más insípida que nunca. Acudió a la "hora social" con renovados bríos. Pidió una jarra de vino de Sasani y se sentó a la espera de otra aburrida velada. Pasó media hora antes de que entrara la chica de la melena rubia, con la expresión todavía más distante que de costumbre. Gersen la contempló fijamente: no había nada de vulgar en ella. Sus rasgos eran tan perfectos, estaban dibujados con tal perfección que no le daban a la cara ninguna característica notable... pero, desde luego, no había nada vulgar en ella. Pidió una taza de té en el quiosco y se sentó cerca de Gersen. La estudió con sumo interés. Su pulso se aceleró. ¿Por qué?, se preguntó con irritación. ¿Por qué esta joven, convencionalmente atractiva como máximo, le afectaba hasta tal punto?
Se levantó y caminó hacia ella.
-¿Puedo sentarme?
-Si quiere... -dijo la muchacha después de una pausa lo bastante larga como para dar a entender que prefería estar sola.
Su voz tenía una candencia melodiosa y arcaica, y Gersen trató de identificar el acento.
-Perdone mi curiosidad. ¿Es usted Alusz Iphigenia Eperje-Tokay?
-Soy Alusz Iphigenia Eperje-Tokay -dijo ella corrigiéndole la pronunciación.
Gersen contuvo el aliento. ¡Su instinto no le había engañado! Tan cerca que casi podía tocarla, la mirada clavada en el rostro, captó señales de inquietud en sus ojos. Casi se le podía calificar de hermosa. Eran sus ojos, sin embargo, los que daban vida a su cara, ¿belleza? ¿La suficiente para empujar a Kokor Hekkus a realizar tales esfuerzos? Parecía poco verosímil.
-¿Vive usted en el planeta Thamber?
Ella le dirigió una breve e indiferente mirada.
-Sí.

Jack Vance "La máquina de matar"