miércoles, octubre 27, 2004

En el interior de la espacionave, los cuatro hombres trataron de acomodarse a la situación. Kelle y Warweave continuaron una tranquila conversación. Denteras miraba fijamente al vacío infinito del espacio cuajado de estrellas.
Las horas pasaron monótonas e iguales y se estableció una rutina propia de los viajes espaciales. Gersen buscó la ocasión propicia y dejó suelto en el espacio el cuerpo de Suthiro. La nave se deslizaba sin esfuerzo alguno entre las estrellas a una velocidad fabulosa, por medios vagamente comprendidos por los mismos hombres que la controlaban.
El límite de la civilización humana y de la ley llegaba a su fin; en cualquier instante la nave atravesaría la frontera de Más Allá y continuaría su vuelo hacia las lejanas y remotas zonas de la Galaxia.
-Debo confesarles que no me he portado con absoluta sinceridad con ustedes tres, caballeros.
Los tres rostros se volvieron hacia Gersen y tres pares de ojos le escrutaron ansiosamente.
-¿Qué quiere usted decir? ?estalló Denteras.
-No se trata de una cuestión demasiado seria. Me he sentido impulsado a apartarme un poco de nuestro objetivo principal. Pero en breve continuaremos en busca de nuestros problemas originales. ?Levantó la mano al advertir que Denteras se disponía a interrumpirle-. No vale el amonestarme ahora, puesto que la situación es irreversible.
Warweave habló con voz glacial.
-¿De qué situación habla usted?
-Me alegraré de explicarla, y espero que estén conformes. Primero y ante todo, parece ser que me he convertido en enemigo mortal de un criminal bien conocido. Se llama Attel Malagate. ?Y Gersen miró el rostro de sus compañeros cuidadosamente, uno por uno-. Sin duda habrán oído hablar de él, es uno de los Príncipes Demonio. El día antes de partir, uno de sus lugartenientes, un repelente criminal llamado Hildemar Dasce, raptó a una joven por la que da la casualidad me encuentro muy interesado, y la ha llevado por la fuerza a su mundo privado. Me siento obligado hacia esa joven, porque está sufriendo por algo en lo que no tiene culpa alguna, todo reside en el deseo de Malagate de intimidarme o castigarme a su estilo. Creo haber localizado el planeta de ese Dasce y he planeado rescatar a esa joven. Espero su cooperación, señores míos.

Jack Vance ?El rey estelar?