martes, octubre 26, 2004

A las siete menos diez, Kelle, Warweave y Detteras aparecieron en el espaciopuerto, vistiendo el atuendo de los hombres del espacio y con la piel del rostro teñida de azul oscuro, tono que desde un principio y según creencia popular arraigada protegía al organismo humano de ciertas radiaciones misteriosas procedentes del fisionador Jarnell y cuyo uso se había hecho ya cosa normal en todos los viajeros espaciales. Se detuvieron en mitad del vestíbulo de la terminal, buscaron a Gersen con la mirada y al verle se le aproximaron.
Gersen les observó con una agria sonrisa.
-Bien, caballeros, parece que todos estemos dispuestos. Agradezco a ustedes su puntualidad.
Detteras hizo el primer intento para tomar el mando de la situación.
-Tengo mis dudas. Yo no tengo nada contra el señor Gersen... pero supongamos que nos lleva a un planeta donde tenga cómplices esperando, que puedan capturarnos y mantenernos detenidos para solicitar un rescate. Crímenes de ese tipo han ocurrido con frecuencia...
Gersen soltó una carcajada.
-Si usted considera eso como un peligro real, puede quedarse en Avente ahora mismo. No me preocupa que cualquiera de ustedes se vaya o se quede.
Detteras se dirigió hacia el panel general de control de la espacionave y pulsó un botón. Se encendieron una serie de luces verdes.
-Todo dispuesto -dijo-. Tanques llenos de combustible. Maquinaria en orden.
El navío espacial llegó al terreno de lanzamiento, la grúa desconectó su dispositivo de arrastre y se apartó. El grupo se acomodó en sus butacas de partida: Detteras oprimió el botón de arranque automático. Se oyó el tronar de los reactores, el tirón constante de la aceleración y Alphanor quedó abandonado en la distancia.

Jack Vance "Los príncipes demonio: El rey estelar"