sábado, enero 06, 2007

La mujer se acercó con una bandeja.
-Ésta es la cerveza que los hombres suelen tomar con su comida. También es costumbre que los nuevos clientes suministren un poco de diversión. La caja de sombras está allí; una moneda producirá una serie de divertidas ficciones.
-Usted es un experto en estos asuntos -le dijo gersen a Rackrose-. Elija.
-Será un placer -dijo con cierta energía Rackrose.
Fue hacia la caja de sombras, leyó la lista de posibilidades, tiró de una palanca e introdujo una moneda en la ranura.
-¡Somos Javil Natkin y sus Taimados Bribones! -chilló una voz aguda.
La imagen proyectada de los actores apareció al son de una estruendosa música de percusión; un hombre alto y delgado con un delantal blanco y negro que portaba un látigo, y un grupo de seis chicos pequeños que vestían sólo largas medias rojas.
Natkin cantó una serie de versos chabacanos en los que lamentaba los defectos de sus pupilos, luego ejecutó una excéntrica liga e hizo chasquear el látigo, mientras los chicos saltaban, hacían cabriolas y correteaban con extraordinaria agilidad. Natkin, insatisfecho con sus bufones, descargó el látigo sobre sus gordos traseros. Ante este estímulo, los chicos dieron frenéticos saltos mortales, hasta que Natkin se irguió rodeado de los chicos saltarines, levantó las manos en señal de triunfo y las imágenes se desvanecieron. Los clientes, que habían prestado suma atención al espectáculo, murmuraron, gruñeron y volvieron a comer.
La mujer vestida de negro salió de la cocina con platos y cuencos, que posó sobre la mesa.
-Aquí está la comida: chatowsies, pourrian, ahagaree. Coman hasta reventar. Las sobras vuelven a la olla.
-Gracias -dijo Gersen-. A propósito, ¿quién es "Tintle"?
La mujer emitió un bufido irónico.
-El nombre de Tintle está en el letrero. Nosotras hacemos el trabajo, nosotras damos el callo. Tintle se mantiene a la distancia.
-Me gustaría intercambiar algunas palabras con Tintle, si fuera posible.
La mujer volvió a bufar.
-Tintle no le gustará; es lerdo y estúpido. Sin embargo, ya que insiste, le encontrará en el patio trasero contándose los dedos o rascándose con un aguijón.
La mujer se alejó. Gersen y Rackrose inspeccionaron la comida con cautela.
-No puedo decidir lo que sabe peor -dijo a los pocos momentos Rackrose-. Los chatowsies son fétidos, pero el ahagaree es deleznable. El pourrian es simplemente detestable. Y da la impresión de que esta dama haya bañado a su perro en la cerveza... Pero ¿cómo, aún come más?
-Haga lo mismo. Hay que establecer un pretexto para regresar. Mire, pruebe estos notables aderezos.
Rackrose levantó la mano.
-Ya he comido bastante, sobre todo teniendo en cuenta mi actual salario.
-Como guste. -Gersen engulló algunos bocados más, y luego bajó pensativamente la cuchara-. Ya hemos visto lo suficiente por esta noche. -Hizo una seña a la mujer-. Señora, la cuenta, por favor.
La mujer examinó los platos.
-Han comido con voracidad. Eso les costará dos, o mejor dicho, tres UCL a cada uno de ustedes.
Rackrose elevó una enérgica protesta.
-¿Tres UCL por unos pocos bocados? ¡Sería exorbitante incluso en el Domus!
-El Domus sirve comida insípida. Paguen, o me sentaré sobre sus cabezas.

Jack Vance "El rostro"