lunes, enero 01, 2007

Gersen salió del Domus y, a la incierta luz del crepúsculo, caminó hacia el norte por el Paseo de los Naranjos. Llevaba una camisa oscura, pantalones grises ceñidos en los tobillos y botines, la típica indumentaria de los trabajadores espaciales.
Subió a una plataforma de transporte y esperó. El lago reflejaba los últimos destellos de la puesta de sol, rojo oxidado, verde manzana y naranja pálido. Los colores se difuminaron mientras Gersen contemplaba el espectácuo, y el lago se transformó en un débil resplandor broncíneo, iluminado por las escasas farolas que bordeaban la orilla opuesta... Un ómnibus descubierto se aproximó. Gersen montó, se sentó, introdujo una moneda en la ranura para no ser expulsado en la siguiente parada, y se relajó.
La Explanada se convirtió en la calle Pilkamp en la curva del lago. El ómnibus siguió hacia el norte a través de Moynal y de Drury, bajo un bosque interminable de farolas blancoazuladas.
El vehículo penetró en Wigaltown. Gersen descendió en la pendiente cercana al callejón Noonan.
Las tinieblas habían caído sobre Wigaltown. Contrafuertes de roca negra se hundían en el lago, a espaldas de Gersen. Los estrechos edificios de la calle Pilkamp dibujaban formas improbables y extraños ángulos contra el cielo. Algunas de las altas y estrechas ventanas estaban iluminadas, pero otras no.
Un rótulo iluminado colgaba en diagonal sobre la calle:

LA SOMBRA DE TINTLE
Excelente comida darsh:
Chatowsies
Pourrian
Ahagaree

Gersen cruzó la calle. Maxel Rackrose surgió de las sombras del callejón Noonan. Vestía pantalones de pana marrón, una camisa a cuadros marrón y negra, chaqueta negra decorada con lentejuelas, y un sombrero negro de ala ancha con un adorno metálico.
Chatowsies, pourrian, ahagaree -lejó Gersen-. ¿Tiene hambre?
-No mucha. Soy un comensal melindroso. Apenas probaré bocado.
Gersen, que a menudo había engullido viandas en las que no quería ni pensar, se limitó a reír.
-Un periodista agudo no conoce la palabra "melindroso".
-A veces hay que fijarse unos límites. Ahí está La Sombra de Tintle.
Empujaron la puerta y entraron en el local. Al frente, una escalera conducía a los pisos superiores; a un lado, un arco se abría sobre una sala de losas blancas que apestaban a humedad. Una docena de hombres bebía cerveza en una barra atendida por una anciana vestida de negro, cuyas características más notables eran el cabello muy negro, la piel de color naranja oscuro y un bigote negro. Había carteles que anunciaban exposiciones y bailes nuevos, en Rath Eileann y en otras partes.
-Por qué se quedan aquí parados como peces hipnotizados? -les gritó la mujer desde detrás de la barra-. ¿Han venido a beber cerveza o a comer?
-Tenga paciencia -le aconsejó Gersen-. Estamos decidiendo.
El comentario molestó a la mujer. Su voz adoptó un tono estridente.
-¿Que tenga paciendia, dice? Toda la noche sirvo cerveza a hombres de dudosa reputación; ¿no le parece bastante paciencia? Acérquense, remolones. ¡Voy a abrir esta espita del todo, la meteré en un sitio que les asombrará, y luego veremos quién suplica paciencia!
-Hemos decidido cenar -dijo Gersen-. ¿Que tal están esta noche los chatowsies?
-Como siempre, ni mejor ni peor que otras. Ahuequen el ala y no me hagan perder el tiempo, a menos que deseen beber cerveza... ¿Qué pasa? ¿Risitas a mí?
Aferró una jarra de cerveza para arrojarla sobre Maxel Rackrose, que retrocedió velozmente hacia la antesala seguido de Gersen.
La mujer sacudió con desdén su melena, se retorció el bigote con el pulgar y el índice, y les dio la espalda.
-Carece de estilo -rezongó Rackrose-. Acaba de perder un cliente.
-Quizá el comedor nos depare alguna sorpresa -dijo Gersen.
-Agradable, espero.

Jack Vance "El rostro"