viernes, marzo 03, 2006

Navarth, por alguna razón extravagante, creyó conveniente demostrar su reprobación.
-¿De qué sirve la fama si tus amigos no pueden sacar provecho?
-Aprovechar la fama y humillar a tus amigos son cosas diferentes -habló la voz suave-. ¿Puedes imaginarte mi disgusto si este artículo aparece y me expone al ridículo? Me vería obligado a exigir rectificaciones y disculpas públicas; un simple acto de justicia. Si un acto tuyo hiere mis sentimientos, deberás expiar tu culpa hasta que mis sentimientos se rehagan. No basta proclamar que soy hipersensible. Si me hieres, has de alviar mi herida sin importar cuánto te cueste.
-La verdad refleja el cosmos -argumentó el poeta-. Para erradicar la verdad hay que destruir el cosmos. Éste es un acto desproporcionado.
-¡Ajá! Pero el artículo no es necesariamente cierto. Es un punto de vista, una o dos imágenes fuera de contexto. Yo, la persona más íntimamente involucrada, denuncia el punto de vista como una flagrante deformación.
-Me gustaría hacer una sugerencia -dijo Gersen-. ¿Por qué no permitir que Cosmópolis presente los hechos auténticos, lo que es lo mismo, los hechos desde su punto de vista? No cabe duda de que le debe una declaración a los habitantes del Oikumene, que se hallan fascinados por sus hazañas, lo aprueben o no.
-No, creo que no -dijo Viole Falushe-. Un artículo de tales características parecería una explosión de vanidad, o peor, una apología falseada. Básicamente, soy un hombre modesto.
-Pero ¿no es también un artista?
-Por supuesto. En la escala más noble y auténtica. Los artistas que me han precedido han expresado sus afirmaciones mediante la simbología abstracta; los espectadores, el público, siempre han sido pasivos. Yo utilizo una simbología más contundente, abstracta pero palpable, visible y audible... en definitiva, una simbología de hechos y ambientes. No hay espectadores, no hay público, no hay pasividad; sólo participantes. Se enfrentan a la experiencia más intensa. Ningún otro hombre se atrevió a concebir un marco más amplio -Viole Falushe rió por lo bajo-. Si exceptuamos, quizá, a mi megalomaníaco contemporáneo Lens Larque, aunque sus conceptos son menos fluidos que los míos. Me atrevería a decir que soy tal vez el más grande artista de la historia. Mi tema es la Vida; mi medio de la Experiencia; las herramientas el Placer, la Pasión, la Contundencia, el Dolor. Recreo una ambientación total que inunda toda la entidad. Es una descripción racional de mi propiedad, conocida popularmente como El Palacio del Amor.
-¡Precisamente lo que le gustaría conocer a las gentes del Oikumene! -aprobó Gersen-. Más que publicar un vulgar artículo escandaloso como éste -Gersen golpeó la falsificación con el reverso de la mano-, a Cosmópolis le gustaría que usted explicara su tesis. Queremos fotografías, mapas, muestras de olores, impresiones sonoras, ilustraciones... sobre todo queremos su análisis de experto.
-Es posible, es posible.

Jack Vance "El palacio del amor"