miércoles, febrero 22, 2006

Navarth se llevó las manos a la cabeza.
-¡Nos matará a todos! ¡Nos ahogará en vómitos de perro!
-El artículo parece objetivo y juicioso -dijo Gersen-. No puede ofenderse ante los hechos.
Navarth volvió a leerlo y cayó en un paroxismo de aflicción.
-¡Lo ha firmado con mi nombre! ¡Nunca escribí algo así!
-Todo es verdad.
-¡Más a mi favor! ¿Cuándo se pondrá a la venta?
-Dentro de una o dos semanas.
-Han sido unos días terribles. ¿No le despierto la menor compasión?
-Usted planeó matarme -rió Gersen-. Usted sabía que Viole Falushe querría seducir a Drusilla Wayles, o Zan Zu, como se llame. Usted sabía que yo no lo permitiría. Ian Kelly pagó con su vida en mi lugar.
-No, no, se equivoca. ¡Yo esperaba que usted matara a Viole Falushe!
-Usted es un canalla de la peor especie. ¿Qué le iba a pasar a Drusilla? ¿Se le ocurrió pensarlo?
-Yo no pienso. No puedo permitirme la menor cavilación. Si abandonara por un instante la líne que divide mis dos cerebros...
-Dígame lo que sepa.
-Tendré que retroceder de nuevo hasta Vogel Filschner -Navarth obedeció a regañadientes-. Cuando capturó al coro femenino, Jheral Tinzy escapó. Eso ya lo sabe. Pero ella era la culpable del crimen y los padres de las demás chicas la acusaron. Una situación muy dura. Hubo amenazas, insultos en público...
Navarth se encontraba en un aprieto similar. Un día le propuso a Jheral Tinzy que huyeran juntos. Jheral, amargada y desilusionada, lo aceptó como un mal menor. Fueron a Corfu, donde pasaron tres años. El amor de Navarth por Jheral aumentaba día tras día.
Un terrible día Vogel Filschner apareció en la puerta de su chalet. Quedaba poco del antiguo Vogel, aunque sus rasgos fueran idénticos. Caminaba más erguido, pero lo más sorprendente era su nueva personalidad. Había adquirido dureza, seguridad y firmeza; sus ojos brillaban, la voz no le temblaba. La maldad le sentaba bien.

Jack Vance "El palacio del amor"