miércoles, marzo 01, 2006

-Y ahora -dijo el poeta con voz temblorosa, señalando el falso Cosmópolis-, ¡esto!
-¿Cree que la reacción de Viole Falushe ante el artículo sería negativa?
-¡Ya lo creo! Jamás olvida nada. ¡Ésa es la llave de su alma!
-Tal vez convendría discutir el artículo con el propio Viole Falushe...
-¿Y qué ganaríamos con ello? Le dará tiempo para encontrar la respuesta pertinente.
-Bien, entonces publicaremos el artículo sin tocar ni una coma.
-¡No, no! -gritó Navarth-. ¿No lo he dicho con suficiente claridad? ¡Su castigo será equivalente a su irritación, y siempre juzga subjetivamente! El artículo le ofendería hasta límites insospechados; odia su niñez, sólo regresa a Ambeules para perjudicar a sus viejos enemigos. ¿Sabe lo que le ocurrió a Rudolph Radgo, que se burló de los granos de Vogel Filschner? El rostro de Rudolph Radgo es un jardín de carbuncos, resultado de un veneno sarkoy. Le hablaré también de María, que se cambió de asiento porque le molestaban los mocos de Vogel. María carece de nariz. Se ha hecho dos trasplantes, y las dos veces ha sufrido la pérdida de su nuevo miembro; nunca volverá a tener nariz. Así que ya lo ve, no es sensato ofender a Viole Falushe... -Navarth se frotó la nariz-. ¿Qué está escribiendo?
-Este material nuevo es muy interesante; lo estoy incorporando al artículo.
Navarth levantó las manos con tanta violencia que estuvo a punto de perder el equilibrio.
-¿Es que no tiene prudencia?
-Si discutiéramos el artículo con Viole Falushe, quizá nos autorizaría a publicarlo.
-¡Es usted el que está loco, no yo!
-Podríamos probar.
-Muy bien -graznó Navarth-. No me queda elección. ¡Pero le advierto, negaré cualquier relación con el artículo!
-Como guste. ¿Llamamos desde aquí o desde el barco vivienda?
-Desde el barco.
Tomaron el expreso subterráneo hasta Ambeules y luego se dirigieron a la Fitlingasse con un vehículo de superficie.
El barco vivienda flotaba, sereno y plácido, en el estuario.
-¿Dónde está la chica? -preguntó Gersen-. Zan Zu, Drusilla, como se llame.
Navarth rehusó contestar. La pregunta de Gersen era como interrogarse sobre el color del viento, sugirió. Bajó por la escalerilla, subió a bordo del barco y abrió la puerta con un gesto trágico y desesperado.

Jack Vane "El palacio del amor"