lunes, noviembre 28, 2005

Gersen abandonó las dependencias del periódico y bajó a la calle. ¿La gendarmería? Gersen desechó este pensamiento. No era probable que le dijeran más de lo que ya sabía. No era probable que lo hicieran aunque pudieran. Y, por otra parte, Gersen tampoco deseaba provocar la curiosidad de las autoridades.
Gersen comprobó en el plano las direcciones que había apuntado y la del Liceo Philidor Bohus. El Liceo estaba bastante cerca, al final de Lothar Parish. Gersen hizo una seña a un taxi de tres ruedas que le condujo a una de las nueve colinas atravesando un distrito de casitas individuales. El director del Liceo era el doctor Willem Ledinger, un hombre de modales suaves y cuerpo voluminoso, con la piel teñida de color caramelo y un bucle de pelo liso amarillento que rodeaba su cabeza de una forma muy original. Aceptó sin pestañear la explicación de que Gersen trabajaba para Cosmópolis en un reportaje sobre el comportamiento de la juventud.
-Creo que el tema no da para mucho. Nuestros jóvenes son, si me permite la expresión, muy vulgares. Tenemos muchos estudiantes brillantes y un buen montón de zoquetes...
Gersen desvió la conversación hacia los estudiantes del pasao y sus carreras; no le costó mucho mencionar como de pasada el nombre de Vogel Filschner.
-Ah, sí. Hace años que no oigo mencionar su nombre. Es anterior a mi época, por supuesto. Aun así, nos enteramos del escándalo.
-¿Nunca volvió a Ambeules?
-Hubiera sido estúpido de su parte. Tanto como dar señales de vida.
-¿Guardan algún retrato de Vogel Filschner en sus archivos?
El doctor Ledinger admitió a regañadientes que existían fotografías de Vogel Filschner.
-Pero ¿por qué hurgar en asuntos tan desagradables? Es como ir a profanar tumbas.
-¿Conservan algún anuario del año del crimen? ¿O mejor, del año anterior?
El doctor Ledinger miró a Gersen por un momento, con mucho menos simpatía que antes.
-Por supuesto. -Posó las manos sobre el escritorio, dando por terminada la entrevista-. Pero no podemos abrir nuestros archivos confidenciales al primero que llega. Lo siento.
-Gracias, de todos modos.
-No he hecho nada por ayudarle.

Jack Vance "El palacio del amor"