jueves, mayo 19, 2005

Gersen abrió la puerta. Seuman Otwal entró con aires de suficiencia. Llevaba la piel teñida de dos tonos, bermejo y negro; su nariz era larga y ganchuda, la mandíbula afilada y la barbilla puntiaguda; de sus orejas colgaban unos grandes pendientes de azabache y nácar que daban a su cabeza una apariencia ósea y aplastada. Gersen trató de proyectar sobre él la imagen del hombre al que había hecho frente en el Final de Bissom. ¿Se parecían? Probablemente. Las características físicas de Otwal eran similares, pero no así los rasgos faciales. Gersen había oído hablar de transformaciones en la piel, pero aquí había algo más que mejillas rellenadas o narices achatadas... Seuman Otwal dedicó una mirada inquisitiva a Gersen y luego fijó su atención en Patch, que se había levantado de su silla sin demasiado convencimiento.
-Mi administrador, Howard Wall.
-Su volumen de clientes ha debido incrementarse.
-No había otro remedio -gruñó Patch-. Alguien tenía que cuidar de mis negocios mientras estuve ausente. Debo darle las gracias por sus desvelos, señor Otwal.
-Un asunto sin importancia. -Otwal hizo un gesto displicente-. ¿Sabe el señor Wall a quién represento?
-Ciertamente. Considera indispensable la discreción.
Gersen asintió con el debido grado de solemnidad.
-El señor Wall conoce la naturaleza de nuestras anteriores dificultades y tiene nuevas ideas.
-Estaré encantado de escucharle.
-Una cuestión antes que nada -dijo Gersen-. ¿La parte que usted representa se halla interesada todavía en el aparato especificado en el antiguo contrato?
-Sí, en el caso que se cumplan las condiciones estipuladas.
-En tal caso, la dificultad ya no existe. El señor Patch y yo hemos ideado un sistema para programar el movimiento de las patas.
-Si es así, y si el sistema satisface nuestras exigencias, no cabe duda de que son buenas noticias.
-Hemos examinado con sumo detenimiento la cuestión de la compensación. Hablo, por supuesto, en nombre del señor Patch. Quiere la suma total del contrato primitivo, más el coste de las modificaciones y el porcentaje de beneficios habitual.
-Menos, por supuesto, la cantidad que se entregó por adelantado, cuatrocientos veintisiete mil seiscientos ochenta y cinco UCL, según creo recordar.
-Hay que sumar gastos adicionales -recalcó Gersen, hasta un total de cuatrocientos treinta y siete mil seiscientos ochenta y cinco UCL que deben incluirse en la factura definitiva. -Otwal inició una tímida protesta, pero Gersen levantó la mano-. Este punto es innegociable. Estamos en disposición de entregar el ingenio previo pago, como ya he señalado. Por supuesto, si la persona que usted represent desea plantear alguna objeción, estaremos encantados de atenderle.

Jack Vance "La máquina de matar"