jueves, mayo 26, 2005

Como si poseyera el don de la clarividencia, Seuman Otwal telefoneó al día siguiente para interesarse por el progreso del ingenio. Patch le aseguró que todo iba bien; que si ése era su deeo podía efectuar una prueba de cuanto quisiera. Otwal accedió. Se cubrió de nuevo la fortaleza, la trasladaron al exterior aprovechando la oscuridad y se dirigieron a los páramos próximos a los Pináculos de Cristal. Otwal siguió las evoluciones desde un vehículo aéreo.
Gersen, con la piel teñida de dos tonos y enjoyado con sus adornos a la moda, tomó los controles y maniobró la fortaleza con gran aplomo arriba y abajo de las estribaciones.
Las armas no habían sido instaladas, según los términos del contrato; sin embargo, los depósitos de gas y las llamadas glándulas odoríferas estaban cargadas de gas humeante y agua coloreada. Fueron arrojados y disparados con precisión y exactitud. Otwal se posó en tierra y se hizo cargo de los controles. Habló muy poco, pero su actitud indicaba aprobación. Patch, también silencioso, se congratulaba interiormente de que la odisea pronto llegaría a su fin.

Jack Vance "La máquina de matar"