lunes, febrero 21, 2005

Eu bem, interrumpo estas transmisiones para transcribir un post de mi ciberamiga Shered. Luego, mi versión:

miércoles, febrero 16, 2005

El sitio de donde somos...

"...buscar y saber quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacer que dure, y dejarle espacio."
"Las Ciudades Invisibles" - Italo Calvino

La ciudad en la que vivo no me gusta, nunca me gustó; salvo en mi adolescencia, cuando la locura infinita me embriagaba noche y día, y sentía que nada podía ser mejor que ese momento y el sitio donde esas cosas estaban sucediendo. Luego de ese tiempo siempre renegué de ella.Es una ciudad que no es ni demasiado chica ni demasiado grande, donde todos desean vivir la vida de la gran urbe pero albergan en lo más íntimo las peores cosas de un pueblo chico/infierno grande.No se puede decir que nunca pasa nada, pero las cosas que pasan rara vez alcanzan para sentirse satisfecha; mantiene un ritmo cultural que más de un sitio desearía pero nadie le saca el suficiente provecho ni siquiera quienes viven de eso.Está llena de gente jóven, lo que es un augurio de futuro; pero se los ve tan aislados en su nuevo mundo de la super comunicación que da miedo. Aunque creo que esto último debe estar sucediendo en todos lados, acá se ve aumentado por la lupa inmensa de las 10 cuadras a la redonda que representan "el centro".Decir: "en mi época esto o aquello" es un horrible lugar común que habita en los labios de todos aquellos que superamos los 30 en esta ciudad... y es que, parece ser, que lo que trae nostalgia nos da la nefasta sensación de creer que hemos vivido algo mejor de lo que el resto está viviendo.Este es el sitio de donde soy y tal vez, lo que es peor, el sitio que me hace ser lo que soy.Muchas veces soñé con abandonarlo, lo que no significa que sea capáz de hacerlo o que el hacerlo solucione algo de lo que me molesta.En tal caso, si pudiera inventar como el gran Calvino una ciudad hecha a mi medida, tal vez haría lo que él hizo y juntaría en una sola todas aquellas cosas y personas que me son entrañables y me hacen bien; y dejaría más allá de las murallas de tal lugar lo que me resulta agobiante y absolutamente desechable. Pero, lamentablemente, no soy Calvino. Y sigo acá.
Posted by: Shered / 8:04 PM


La ciudad es una cuando niño, otra cuando adolescente, otra en la juventud, otra en la adultez. De niño Mexicali era grande como una nube extraña, amable como la sombra de un árbol en el verano, misteriosa y oriental más allá de los rieles del tren. De adolescente, era como dice Shered. De joven, tal vez ya no tan grande, pero seguía limitado a las rutas de los camiones. Ahora mi Mexicali no es Mexicali, es otro lugar. Se volvió enorme, llegó gente de Sinaloa, Oaxaca, Guanajuato, Michoacán, el de efe, etc.... Trajeron con ellos sus gustos musicales, los narcocorridos y una violencia que antes no existía. La desconfianza ha suplido a la amabilidad, la zozobra a la tranquilidad. El centro tradicional está en decadencia y se ha convertido en espacio de maleantes. Los nuevos centros comerciales atraen ahora a las multitudes. Yo me muevo en un espacio pequeño, por comodidad. Parece que vivo en algún lugar de la Mesa de Otay (Tijuana). Lo de pueblo chico-infierno grande se cumple. El ritmo cultural es más lento que el de un vals, etc. Los círculos de miseria se expanden, mientras que los antiguos tugurios se consolidan y dignifican. Y eso que hace calor, un calor horrible que a más de cuatro nos dan ganas de abandonar. A diferencia de Shered, yo sí pude irme. Viví en el ejido Emiliano Zapata del valle de San Quintín por dos años, desterrado por el trabajo. Luego, como diez en Ensenada, donde viví muy a gusto. Pero quería volver, deseaba volver al Mexicali ideal donde pasé mi adolescencia. Y volví, y ese Mexicali que yo recordaba se había ido. He pasado unos años buenos y otros, los más, malos. Y ahora pienso que no debí haber regresado, que debería irme. Sólo me detiene la deuda de la casa, y no poder traspasar porque no me van a pagar lo que le he metido. Sin embargo, he dado grandes pasos para acercarme al final. La cuestión es ¿a dónde me voy?