jueves, febrero 17, 2005

Al caer la tarde, unos forasteros llegaron a la ciudad; astronautas, según se desprendía de su atuendo, que acababan de tomar tierra en su nave. Gersen combatió la somnolencia con unas píldoras estimulantes. Tan pronto como el sol se puso -un crepúsculo del color del barro- dejó su escondite y atravesó las calles oscuras en dirección al espaciopuerto. En efecto, un gran carguero, de cuya bodega desembarcaban fardos y cajones, estaba estacionado allí. Mientras Gersen observaba las evoluciones de los operarios, tres miembros de la tripulación salieron de la nave, cruzaron la zona iluminada por los focos, enseñaron sus pases al guardia de la puerta y se dirigieron a la ciudad.
Gersen se les unió. Les dio las buenas tardes, le contestaron con educación, y preguntó el nombre de la nave.
-Ivan Garfang, procedente de Chalcedon.
-¿Chalcedon, en la Tierra?
-Exacto.
-¿Qué clase de ciudad es Skouse? -preguntó el más joven-. ¿Hay algún sitio para divertirse?
-Ninguno -replicó Gersen-. Hay una posada, y poco más. Es una ciudad aburrida y tengo ganas de marcharme. ¿Llevan pasajeros?
-Sí, tenemos uno a bordo y espacio para cuatro más. Cinco,si el señor Hosey desembarcara, tal como creo que hará. En cuanto al propósito que le trae aquí...
El joven meneó la cabeza en señal de ignorancia.

Jack Vance "La máquina de matar"