jueves, diciembre 16, 2004

-Pero tú te aprovechaste de tu posición para deshonrarnos -reprochó Detteras-. Si Gersen no te mata, lo haré yo.
-Ni tú ni nadie matará a ningún Rey Estelar.
En dos saltos se encontró en la escotilla de salida. Detteras saltó tras él, evitando así que Gersen pudiera dispararle a tiempo. Warweave se volvió, propinó a Detteras un terrible puntapié en el estómago y saltó a tierra corriendo desesperadamente ladera abajo.
Gersen se detuvo en la puerta de salida, apuntó y envió un disparo de energía sin éxito tras la movible figura que se alejaba. Warweave alcanzó la pradera, vaciló en la orilla del río, miró hacia atrás a Gersen y siguió vale abajo. Gersen continuó persiguiéndole por la ladera, donde el terreno era más firme, ganándole terreno al fugitivo, que ya había llegado a la zona pantanosa. Warweave se desvió de nuevo hacia la ribera y vaciló otra vez. Si se metía en la corriente antes de haber ganado la orilla opuesta, Gersen caería sobre él. Miró atrás sobre su hombro y su cara ya había dejado de ser humana; Gersen se maravilló de cómo pudo haberse engañado ni por un instante. Warweave se volvió, lanzó un grito gutural en un lenguaje desconocido, se arrodilló y desapareció.
Gersen llegó al lugar de su desaparición y encontró un agujero en la ribera de casi medio metro de anchura. Se inclinó y examinó el interior; pero no pudo apreciar nada. Detteras y Kelle, que le habían seguido, llegaron entonces jadeando.
-¿Dónde está?
Gersen señaló el hoyo.
-Según Lugo Teehalt los grandes gusanos blancos viven bajo las ciénagas.
-Humm... -murmuró Detteras-. Sus antepasados evolucionaron en las marismas y pantanos en hoyos como éste. No pudo haber encontrado otro refugio mejor.

Jack Vance "El rey estelar"