lunes, diciembre 06, 2004

De la espacionave le llegó un ruido repentino. Gersen se volvió para mirar y vio a Pallis descendiendo apresuradamente la escalera. Elevó las manos al cielo, respiró y dijo:
-¡Qué hermoso valle! ¡Kirth, qué sitio tan maravilloso!
Y comenzó a vagabundear sin rumbo fijo, deteniéndose aquí y allá para mirar a su alrededor con verdadera fascinación.
Gersen, alarmado por una repentina idea, se volvió y corrió hacia la escalera, entrando en la astronave. Rampold... ¿dónde estaba Rampold? Gersen se lanzó a toda prisa hacia la bodega, avanzando a través del cuarto de máquinas lentamente y con toda clase de precauciones, atento al menor ruido.
Oyó la ruda voz de Dasce, llena de odiosa alegría.
-¡Rampold! ¡Haz lo que te digo!
-Sí, Hildemar.
-¡Acércate al mamparo y suelta el cable! ¡De prisa!
Gersen se aproximó a la bodega para observar sin ser visto. Rampold permaneció en pie, unos cuatro metros de distancia de Dasce mirando fascinado la roja faz del criminal.
-¿No me oyes? De prisa o te causaré tanto dolor que maldecirás el día en que naciste.
Rampold reía suavemente, con serenidad.
-Hildemar, le he pedido a Kirth Gersen que me dejase cuidarte. Le dije que te quería como a un hijo, que te alimentaría con los mejores manjares y la bebida más vigorizadora... No pensé que me lo permitiría y he tenido que tragarme el gusto de la alegría que me tengo prometida desde hace diecisiete años. Ahora voy a golpearte hasta la muerte. Ésta es la primera oportunidad...
-Lo siento, Rampold. Tengo que interrumpirle.
Rampold exhaló un grito de completa desolación, se volvió y salió corriendo de la bodega. Gersen le siguió. En el cuarto de los motores ajustó su proyector, lo metió en la pistolera y se volvió a la bodega. Dasce mostraba sus dientes como un animal acorralado.
-Rampold no tiene paciencia.
Y se dirigió al mamparo y empezó a desatar el cable.
-¿Qué estás haciendo? -preguntó Dasce.
-Las órdenes son que deberás ser ejecutado.

Jack Vance "El rey estelar"