miércoles, diciembre 15, 2004

-Éste es un viaje muy peculiar -intervino Kelle, cuya actitud se había vuelto de seco despego-. Al menos hemos logrado nuestro principal propósito. El planeta existe, es como el señor Gersen lo había descrito y el dinero en depósito es de su propiedad.
-No, hasta que hayamos vuelto a Alphanor -opinó Detteras.
Gersen se dirigió a Warweave.
-Había hecho usted grandes planes para asegurarse la propiedad de este mundo. Quisiera saber por qué.
Warweave se encogió de hombros con indiferencia.
-Un hombre puede desear vivir aquí, o construirse un palacio -continuó Kirth-, pero un Rey Estelar no necesita ninguna de esas cosas.
-Comete usted un error común -interrumpió Warweave excitado-. Los hombres suelen ser sociales. Usted olvida que lo individual existe también entre otra gente diferente a ustedes. A algunos se les niega la libertad en su propio mundo, y se convierten así en renegados, que ni son hombres, ni pertenecen a su misma especie. Las gentes de Ghnarumen -y Warweave pronunció la difícil palabra con extraordinaria facilidad- son tan ordenados y respetuosos con la ley como los que viven en el Oikumene. En pocas palabras, la carrera de Malagate no es como para que la gente de Ghnarumen tuviesen que preocuparse en emular. Pueden tener razón o estar equivocados. Es privilegio mío el organizar mi propio estilo de vida. Como ustedes saben, los Reyes Estelares son fuertemente competitivos. Este mundo, para los hombres, es muy bello, desde luego. Yo también lo encuentro así. Había planeado traer aquí a gente de mi propia raza y patrocinar y dar a la vida seres superiores, tanto para hombres como para la gente de Ghnarumen. Ésta era mi esperanza, que ustedes no comprenden, puesto que no puede haber entendimiento entre su raza y la mía.

Jack Vance "El rey estelar"