domingo, noviembre 21, 2004

Gersen hizo entrar en la espacionave a Pallis con Rampold, colgó la plataforma volante en su sitio y llevó a Dasce a la bodega de la espacionave donde le quitó el casco. Hildemar le miraba fijamente sin mediar palabra.
-Podrías ver a alguien a bordo a quien reconocerías -le dijo Gersen-. Él no desea que su identidad sea conocida de sus otros dos colegas, porque estropearía sus planes. Serás más prudente si cierras el pico.
Hildemar no respondió. Gersen procedió a atarle con todo cuidado: Hizo un nudo en el centro de un largo cable, con el espacio suficiente para que cupiese exactamente el cuello de Hildemar Dasce. Los extremos del cable fueron ajustados a ambos extremos de la bodega de tal forma que obligasen al prisionero a permanecer en el centro de la estancia, con las puntas a tres metros de distancia a derecha e izquierda, fuera de su alcance por completo. Incluso con las manos libres, no habría podido hacer nada por liberarse de la trampa que le tenía sujeto. Gersen cortó entonces las ligaduras de los pies y las manos de su mortal enemigo. Dasce le atacó al instante. Gersen se echó de lado y golpeó la cabeza del asesino con el cañón del arma. Dasce cayó de bruces sin sentido. Gersen le despojó de su traje espacial, le registró los bolsillos de los pantalones blancos sin encontrar nada. Hizo una comprobación final de los nudos y volvió al salón principal de la nave, cerrando cuidadosamente la escotilla tras él.
Rampold ya se había quitado su traje espacial y permanecía quieto en un rincón. Kelle y Detteras habían hecho lo mismo con Pallis Atwrode y le habían ayudado a cambiarse. Se sentó a un lado de la cabina con una taza de café, el rostro macilento y los ojos bajos. Kelle dirigió una mirada de desaprobación a Gersen.
-Esta señorita es Pallis Atwrode, la recepcionista del Departamento. En el nombre del Cielo, ¿qué relación tiene usted con ella?
-La respuesta es muy simple -respondió Kirth-. La conocí el primer día que visité la Universidad y le pedí que saliera conmigo aquella noche. Supongo que por razones de malicia o despecho, Hildemar Dasce me dejó fuera de combate y raptó a la señorita Pallis. Consideré un deber rescatarla y así lo he hecho.
Kelle habló con una leve sonrisa de aprobación.
-Supongo que no podemos reprocharle que haya hecho tal cosa.
-Imagino que ahora continuaremos hacia nuestro destino primitivo -advirtió Warweave con voz seca y autoritaria.
-Esa es mi intención.
-Sugiero, pues, que salgamos cuanto antes.
-Sí -intervino Detteras de mal talante-. Cuanto antes pongamos fin a este fantástico viaje, tanto mejor.

Jack Vance "El rey estelar"