miércoles, noviembre 24, 2004

Robin se volvió hacia Gersen, atravesando la estancia con aire de lobo. En una voz tan educada que parecía servil, le preguntó:
-¿Él... está vivo?
-Por el momento, sí.
Rampold vaciló, abrió la boca y la volvió a cerrar. Finalmente preguntó con desconfianza:
-¿Qué planes tiene para él?
-No lo sé -repuso Gersen-. Necesito utilizarlo todavía.
Rampold se animó. Hablando en voz calmosa como si tuviese miedo de que los demás ocupantes de la cabina pudieran oírle, volvió a preguntar:
-¿Por qué no lo deja usted a mi cargo? Así descansaría de su obligación de vigilarlo y atenderlo.
-No -dijo Gersen-. Creo que no.
La cara de Rampold se hizo más desesperada.
-Pero... es que lo necesito.
-¿Lo necesita, de veras?
Rampold hizo un gesto con la cabeza.
-Usted no puede comprenderlo. Durante diecisiete años él ha sido... -Y se detuvo como si no encontrase las palabras. Después continuó-: Sí, ha sido el centro de mi existencia. Ha sido como un dios personal. Me ha provisto de comida, bebida y... dolor. Una vez me llevó un gatito, un precioso gatito negro. Me miraba cuando lo tocaba, sonriendo con aire benigno y afable. Pero aquella vez lo desilusioné. Maté en el acto a la pobre criatura. Porque conocía sus planes. Deseaba esperar hasta que yo le tomase cariño al pobre animalito, y entonces él le habría matado, torturándolo donde yo hubiera podido verlo. Por supuesto que me hizo pagar por aquello.
Gersen dejó escapar un profundo suspiro.
-Tiene demasiado poder sobre usted. No puedo confiárselo.
Las lágrimas comenzaron a brotar de los ojos de Rampold. Farfulló una serie de dispares afirmaciones.
-Es extraño. Siento pesadumbre ahora. Lo que siento por él es algo que no puedo traducir en palabras. Va hacia lo extremo y más allá y se convierte casi en ternura. Las cosas pueden ser tan dulces que saben a amargo, y agriarse hasta saber a salado... Sí, me cuidaría de él con toda mi voluntad. Le dedicaría el resto de mi vida devotamente. -Y adoptó una actitud suplicante-. Confíemelo. No tengo nada, ya tendré ocasión de pagárselo.
Gersen se limitó a sacudir la cabeza.
-Ya hablaremos de eso más tarde.
Rampold movió la cabeza pesadamente y atravesó la sala.

Jack Vance "El rey estelar"