martes, octubre 12, 2004

Allí se advertía una con Dasce en primer plano, de tal forma que se distinguían hasta los poros de su piel, el rajado cartílago de la nariz y sus ojos sin párpados. En otra se le veía con el traje de luchador de la llama deBernal, fantástico atuendo con placas barnizadas, cuernos y capirote, como un fantástico ciervo volante. En otra fotografía aparecía Dasce en un palanquín de bejucos amarillos, cubierto con seda de nísperos y llevado a hombros por seis doncellas de cabellos negros. En el ángulo se observaba una colección de fotografías de un hombre que no era Hildemar. Aparentemente debían de haber sido tomadas en diversas épocas de su vida y mucho tiempo atrás. La primera mostraba el rostro de un hombre de unos treinta años, de constitución fuerte, confiado, con cara de bulldog, sereno y casi con aire complaciente. La cara había cambiado alarmantemente en la segunda de las fotos de la serie. Las mejillas estaban hundidas, los ojos brillaban desde sus cuencas y las sienes mostraban su nervadura en un revoltijo. En cada una de las siguientes el rostro aparecía más y más macilento. Gersen se fijó en un paquete de libros de una pornografía de naturaleza obscena e infantil, otros de manuales de armas, un índice de los venenos sarkoy, una última edición del Manual de los planetas, un índice de la biblioteca de microlibros de Dasce y una Agenda Estelar.

Jack Vance "El rey estelar"