miércoles, julio 21, 2004

El monitor estaba codificado y registrado por la Universidad.  Hildemar Dasce, lugarteniente de Malagate, había buscado ansiosamente el archivo, que resultaba inútil sin el concurso del decodificador.  Gyle Warweave, Detteras y Kelle, eran los tres únicos hombres que tenían acceso al aparato secreto, luego uno de los tres tenía que ser Attel Malagate.  Entonces  ¿cuál podría ser?  Las conjeturas sin hechos probados resultaban papel mojado, así que tendría que enfrentarse a los hechos según fuesen ocurriendo.
Empujó la puerta.  Gyle Warweave, que estaba sentado en su despacho, se puso en pie al entrar el visitante.  Era un hombre alto y de gran porte, agraciado y de fuerte constitución, de unos cincuenta años.  Saludó a Gersen con moderada cortesía.
-Señor Gersen, siéntese, tenga la bondad.  Me alegro de conocerle.
-Gracias.
Gersen examinó a su interlocutor y a su entorno.  La habitación era más grande que las oficinas corrientes, con la mesa de despacho ocupando una posición poco usual a la izquierda de la puerta.  Unas ventanas altas a la derecha daban a la explanada; la pared opuesta estaba empapelada con cientos de mapas y proyecciones Mercator de muchos mundos.  El centro de la habitación aparecía vacío, dando la sensación de una sala de conferencias de la que se hubiese removido la mesa central.  En un extremo, sobre un pedestal de madera barnizada, se erguía una construcción de piedra y agujas de metal, cuya procedencia le resultó a Gersen totalmente desconocida.  Tras aquella rápida inspección volvió la atención al personaje que tenía frente a sí.
Gyle Warweave se adaptaba mal a la imagen que Gersen tenía de un típico administrador de Universidad.  No sería extraño que se tratara de Attel Malagate, pensó Gersen.  Contradiciendo la evidencia de su tinte epidérmico conservador, Warweave vestía un traje azul brillante con una faja blanca de ricos tejidos, espinilleras de cuero blanco y sandalias azul pálido, ornamentos más propios de un joven arrogante de las playas de Sailmaker, al norte de Avente...
Warweave inspeccionó a Gersen con franca curiosidad y algo de condescendencia.  Gersen no era un hombre elegante.  Iba vestido con las ropas vulgares y corrientes de los que viven de espaldas a la moda, por no estar interesados en ella o no saber apreciarla.  Llevaba la piel sin teñir (paseando por las calles de Avente, Gersen se había sentido casi desnudo) y su espesa cabellera terminaba recogida en la nuca, sin gracia alguna.
Wearweave esperó con atenta cortesía.
-Estoy aquí, señor Wearweave, en relación con un asunto bastante complejo.  Los motivos no son importantes, por tanto le rogaré que me escuche sin preocuparse mucho por ellos.

Jack Vance  "El rey estelar"