sábado, junio 19, 2004

Cada mundo tiene su distinto aroma psíquico, esto es una cuestión atestiguada por cada uno de los diez exploradores. Isack Canaday hace constar que aun estando con los ojos vendados y siendo transportado a cualquier planeta del Oikumene o del inmediato Más Allá podría identificar correctamente el planeta, sin necesidad de quitarse la venda. ¿Cómo puede ser posible tal hazaña? A primera vista resulta incomprensible. El propio Canaday confiesa no saber el origen de tal conocimiento.
Según él basta levantar la nariz, mirar alrededor del cielo, dar un par de saltos... y esa sensación llega hasta él.
La explicación de Canaday es, por supuesto, fantástica y picaresca. Nuestros sentidos son mucho más agudos de lo que sospechamos. La composición del aire, el color de la luz y del cielo, la curvatura y la proximidad del horizonte, la tensión producida por la gravedad, todo esto es presumiblemente interpretado en nuestro cerebro para producir, como resultado, una característica individual, tal como la forman los ojos, una nariz, el cabello, la boca, las orejas, que en conjunto crean el rostro determinado de una persona.
Y todo esto sin mencionar la flora y la fauna, los artífices de lo autóctono, el hombre, el aspecto distintivo, del sol o soles...

Jack Vance "El rey estelar"