jueves, junio 17, 2004

Era ya media mañana y la lluvia había oscurecido las aceras de piedra negra. Pesados camiones de seis ruedas atronaban las calles, añadiendo su ruido al de las máquinas de las fábricas. Conforme avanzaba por la calle un sonido agudo de sirenas cambió el panorama; las aceras y paseos se vieron súbitamente poblados por trabajadores que acababan su turno. Eran gentes de color pálido, con rostros impasibles, o sin destellos de humor alguno, vistiendo en general unos trajes de fábrica bien confeccionados y abrigados en alguno de los colores de gris, azul oscuro o amarillo mostaza, un cinturón que contrastaba con el uniforme, bien en blanco o en negro y unos gorros de piel de color negro. Todos parecían tener el mismo aspecto, como consecuencia del elaborado sindicalismo del gobierno, cuidadoso y desprovisto de humor, como su propia constitución.
Sonaron poco después dos toques de sirena. Como por arte de magia, las calles quedaron de nuevo vacías y los trabajadores se encerraron en los edificios como cucarachas expuestas a la luz.
Unos momentos después, Gersen llegó a una fachada manchada de cemento donde en un gran letrero con letras de bronce se podía leer: FERITSE, y debajo, en la escritura ganchuda de Oliphane: Instrumentos de Precisión.

Jack Vance "El rey estelar"