miércoles, diciembre 06, 2006

De "La ciudad de las nieblas", en Cosmópolis (mayo de 1520):

"Sobre el plano, Rath Eilean semeja una T retorcida. En la barra horizontal, de
derecha a izquierda, se alinean los Jardines de Ffolliott, Bethamy, la Ciudad
Vieja, el Invernadero de los Naranjos con el Domus detrás y Estremont, en una
isleta del lago Feamish. El trazo vertical se extiende hacia el norte a lo largo
de varios kilómetros, cruza el barrio de Moynal, y después Drury, Wigaltown,
Dundivy, Gara con su Dulzódromo y, finalmente, Slayhack, donde se halla
enclavado el espaciopuerto.
La Ciudad Vieja es el barrio más encantador. Pese
a las espesas nieblas, los vapores malolientes, las callejuelas tortuosas y los
edificios extravagantes, no es un barrio sórdido. La gente viste únicamente
ropas de color pardo que apenas se insinúa: arena y gris oscuro tamizado de
pardo, que se desliza entre tonos de color canela, roble y otras maderas hasta
mezclarse con el ocre. Cuando salen de su entorno, a la luz vacilante de Vega,
sus vestidos crean un efecto de particular riqueza contra la piedra, el hierro
ennegrecido y las maderas tiznadas, y la mayoría luce turbantes de color rojo
oscuro, amarillo o azul oscuro. Por la noche, la Ciudad Vieja centellea con las
luces de innumerables farolillos que penden, obedeciendo una antigua ordenanza
municipal, frente a la entrada de todas las tabernas. Dado que las intrincadas
calles e innumerables callejuelas jamás han recibido nombre ni, por supuesto,
exhiben placa alguna, el visitante aprende rápidamente a guiarse mediante los
mencionados farolillos.
Los monjes ambrosianos, primeros pobladores de las
orillas del lago Feamish, erigieron los edificios con total desprecio por el
orden, de acuerdo con el fanático fervor de su credo. La orden de los
aloysianos, que se instaló cuarenta años después (y que dio al mundo su nombre),
intentó sin demasiado interés modificar la Ciudad Vieja, abandonó posteriormente
la idea y, tras fundar el nuevo barrio de Bethamy, dedicó todas sus energías a
la construcción del templo de San Revelras."

Jack Vance "El rostro"