martes, agosto 02, 2005

Gersen estudió las facciones del hombre. Parecían auténticas, sin las sutiles demarcaciones o cambios de textura que indicaran que eran falsas. No portaba una máscara. Pero los ojos, ¿eran los ojos de Seuman Otwal? Existía una semejanza indefinida, una sensación de cínica astucia. Gersen siguió callado. Echó un vistazo al resto de la dotación, luego volvió a iniciar el interrogatorio del primer hombre.
-¿Cómo te llamas?
-Franz Paderbush -dijo con una voz suave, casi obsequiosa.
-¿Dónde naciste?
-Soy Caballero Aspirante de Castle Pader, al este de Misk... ¿No me conoce?
-Aún no estoy seguro.
-Basta con que vaya a Castle Pader -dijo el cautivo en tono ligero, impropio del momento- y el Caballero Mayor, mi padre, lo confirmará doce veces seguidas.
-Tal vez sea cierto. Sin embargo, te pareces a Billy Windle, de Skouse, y también a un tal Seuman Otwal, que me encontré por última vez en Krokinole. Vosotros, poneos en pie y empezad a andar.
-¿A dónde? -preguntó uno.
-Donde queráis.
-Sin armas los salvajes nos matarán -gruñó otro.
-Buscad un foso y ocultaos hasta el anochecer.
Los diez se marcharon desconsoladamente. Gersen volvió a registrar a Paderbush, pero no encontró más armas.
-Ahora, Caballero Aspirante, en pie y a la fortaleza.
Paderbush obedeció con una alegre buena voluntad que inquietó a Gersen. Amarró al Caballero Aspirante a un banco, cerró la escotilla y se dirigió a los ya familiares controles.
-¿Sabes hacer funcionar este horror? -preguntó Alusz Iphigenia.
-Yo ayudé a construirla.
Ella le miró como aturdida, luego desvió la vista hacia Franz Paderbush, que la obsequió con una sonrisa estúpida.
Gersen maniobró los controles. Las patas respondieron, y la fortaleza avanzó hacia el norte.

Jack Vance "La máquina de matar"